viernes, 9 de enero de 2015

SOBRE LA MUDA OSCURIDAD DE LAS PALABRAS

Muda oscuridad de las palabras al escribir sobre Ayotzinapa. Los conceptos lucen huecos ante tantas tragedias. Escribo pero queda una sensación de vacío, un magnetismo de negatividad y espesor que se hunde en el corazón. Quizá sean las contracciones de la tierra por tanta sangre quemada. Quizá sea este aplastamiento emocional al pensar en el abismo al que todavía llamamos país. No es posible permanecer callado y dejar que el tiempo sepulte este y tantos otros episodios tan dolorosos, pero también entiendo que cierto silencio expresa una angustia existencial que difícilmente puede ser articulada en palabras.

Yo sí soy Ayotzinapa, y a varios meses de este hecho, mi solidaridad está con los padres y madres de los estudiantes, así como todas las personas que han padecido las indolentes políticas de Estado a través de asesinatos, desapariciones, corrupción e indiferencia. Si el Estado mexicano coludido con el narcotráfico han encontrado en la muerte el fundamento para propagar el miedo, a nosotros como sociedad nos toca cultivar respeto, reconocimiento, solidaridad y amor. A nosotros nos toca cultivar dignidad para cosechar vida.

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