viernes, 9 de enero de 2015

POEMA "RITMO DE LOS CICLOS" EN REVISTA ESPIRAL #51

Acá va una colaboración que hice para la RevistaeSpiral Tijuana, gracias Karla por invitarme a colaborar.

http://www.revistaespiraltijuana.org/espiral_51/literatura_curiel.html

Poema extraído del libro PRISMA (Observatorio Editorial Tijuana, 2014; 2.0.1.3. Editorial)

RITMO DE LOS CICLOS

Están despiertos los libros, las hojas abiertas, sus letras me caminan como hormigas en las manos, sigo tecleando sobre como si escarbara algún misterio. Rasco mi cabeza, entre las uñas se queda mi fracaso. Estoy hueco como el tronco, en mi viven escarabajos y pájaros heridos, alimañas de veneno y viscosidad, estoy agujerado y podría renacer en las semillas, pero siento que debo cumplir este vacío. Transición. El ritmo de los ciclos es una fuerza en espiral, arrojarte, marearte, estallar en él, dar vueltas, subir, subir al cielo y estar de regreso al excribirlo. Aterrizar al excribir. A veces nada encuentra el que camina mucho, lo sé, pero no quiero detenerme a contemplar la parálisis. Sigo escribiendo, sed de cielo, hambre de viento, plumas plateadas de las alas mentales, escribir es una manera de volar, caer en picada, atravesado por ráfagas de sol herido, suspendido por la brisa del mar, escribo y vuelo sin saberme pájaro, subo a la altura, tengo las piernas clavadas en el mundo, su pesadez me sepulta, caigo de nuevo, podría volar pero me arrastro. Me detengo en el silencio, tomo de la tierra un aliento, vuelvo escribir. Vuelvo a volar. Vuelvo a escribir que vuelvo a volar, hacerlo es reiniciar el viaje, continuar la deriva, caminar, nadar, ofrendar lo que escribo a ese nadie que lo recibirá gustoso, ese nadie tragador de metáforas, triturador de versos, libros enteros masticados como legumbres literarias. Escribo porque ando en la ciudad que es uno, inventada al despertar, en la rutina, de paso, con la sonrisa, de paso, con la felicidad, de paso, con la amargura, de paso, y te preguntas por qué lucen tan quebrados los semblantes, por qué las grietas en las caras tan jóvenes, ya es inevitable mirarse las manos y encontrar las rutas del fantasma que camina en nuestro cuerpo. Vivir en la tristeza, morir en la tristeza, amar en la tristeza, porque alguien te arroja a la pista de los actos y la existencia desaparece como nube de humo. No busques comprenderlo. De dónde podría venir tal sensación, carne de miedo, neuronas, núcleos, gnósticos, nigromantes, negros, nódulos de carbono nacidos. Dónde está la luz que atraviesa esta existencia, traspasa los recuerdos, veo la mano del sol aplastando mis retinas. Ciudad que tomo y devuelvo y nazco en ella a cada momento porque ella nace en mí. Ella crea una ciudad en mis adentros, ciudad de largos cerros y casas sostenidas por alfileres de neón, alfileres de ciudad sonrisa ciudad que es campo y torre y razón y fe y mar de huecos, naufragios, gotas de luz en la garganta, aliento de la melancolía que se va, aliento de la melancolía que se queda, el mar de huecos alzándonos a la vida otra vez. Ciudad abrazante, abrasante ciudad dormida ciudad aliento que persiste, ciudad el cielo desnudó sus tonos de colores ciudad, verde risa ciudad, morado sombras ciudad, amarillo de luna ciudad, azul de graffiti ciudad, cielo ciudad, tanto cielo ciudad, horizonte ciudad, sol en éxtasis ciudad, encarnada ciudad, adherida ciudad, arquitectura memorial que persiste. La ciudad habla a través de nosotros. No todo puede decirse de una manera mental. Demasiada fe en los conceptos, una página bastaría, un párrafo al menos, una frase, una palabra, un silencio bastaría para nombrarlo todo, lo sé. Solo existe. Nada, mas existe. Nada. Más. Existe. Nada más, existe. Tener pasos para entrar a la cabeza porque la memoria es una ciudad en los sueños. Llegaré a algún lugar, lo sé, escribir es andar y desandar, lo sé, voltear los caminos, lo sé, dibujarlos de nuevo, tomar los rumbos más espinosos, algunos son sangrantes, dejarse llevar por la corriente del cauce y no olvidar mi naturaleza de río. Ser agua contenida en la imposibilidad de decir, tener las letras en reposo, luego soltarlas y escribir, saber que al menos quedan las palabras, lo sé, al menos queda esa posibilidad de nombrar y quedarnos en  lo que descubrimos. Escribir sin que nada y que todo vuelva a lastimarnos, no percatarnos que la realidad es lenguaje sino ser ese lenguaje. Uno vive su escritura que llama existencia. Escribir es hacer de la vida una parábola, solo el tiempo revela sus raíces, solo el tiempo moja los labios y les quita la sed. Uno escribe lo que nace no de la imaginación sino del estar atravesado, porque escribir es arrojarse a la imaginación a la vida, uno cree que vive pero es imaginado, y queda recrear toda la vida, no repetirla, derramarla desde un cántaro con palabras frescas, desde acuarios que lleguen a los labios, y los llenen de peces otra vez.

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