En noviembre se celebró la I Bienal de Infancias y Juventudes en América Latina, durante un panel sobre juventud se abrió el espacio para leer un comunicado sobre la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, en Guerrero, México. La línea de investigación en el doctorado a la que pertenezco "Jóvenes, cultura y poderes" suscribieron un comunicado construido de manera colectiva y nutrido por amigos, compañeros y profesores. Tuve la oportunidad de leer estas palabras en el Teatro Fundadores que resonaron en mi interior. Al final de la lectura quedé temblando, invadido por una emoción de tristeza y rabia por este hecho y tantos en el mundo.
Colombia solidaria,
COMUNICADO SOBRE AYOTZINAPA
SOLIDARIDAD DE LA LÍNEA JÓVENES, CULTURA Y PODERES
Los lamentables hechos del pasado 26 de septiembre en el estado de Guerrero en México, luego del asesinato de cuatro jóvenes y la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Ayotzinapa, dan testimonio del deterioro social, político e institucional en que se encuentra ese país a causa de la violencia.
Si la pérdida violenta de una vida humana, ya nos debería preocupar como humanos, tan solo los últimos dos sexenios en México han dejado más de 130 mil muertos y miles de desaparecidos, ambas cifras imprecisas debido a que existen pocos esfuerzos por parte del Estado para evaluar las consecuencias y secuelas de continuar políticas de seguridad que incentivan la confrontación, el antagonismo y la muerte.
La comprobada participación de policías y la presencia del ejército al momento de la desaparición de estos estudiantes, son apenas la base de toda una estructura de poder fortalecida por redes de complicidad e impunidad entre los partidos y las fuerzas políticas que se dividen el territorio mexicano. A su vez, los asesinatos en contra de jóvenes y la desaparición de estos 43 estudiantes no son hechos aislados como lo intentan figurar los medios de comunicación y las posturas oficiales. Forman parte de la situación de violencia sistemática y de persecución por parte del Estado contra las voces críticas de la sociedad. Acciones que han ocurrido durante décadas particularmente en contra de mujeres, indígenas, maestros, estudiantes, ONG’s y grupos vulnerables.
México, al igual que otras regiones de América Latina y el mundo padecen estas condiciones de vida al compartir procesos históricos similares. Por lo que cada tragedia no deja de interpelar nuestro sentido ético y sensible ante hechos tan indolentes y aberrantes como el ocurrido en Ayotzinapa. Surgen más preguntas que respuestas, tal y como lo ha escrito Boaventura de Sousa Santos en su Carta a las y los jóvenes de México a propósito de Ayotzinapa:
“¿Qué tipo de sociedad es esta que permite que gente aparentemente normal como nosotros cometa crímenes tan detestables? ¿Qué Estado es este que parece infiltrado hasta los huesos por la narcoviolencia? ¿Qué democracia es esta que invita a la resignación ante enemigos que parecen demasiado fuertes para poder ser combatidos, mientras se aprueban leyes que criminalizan la protesta pacífica (como las leyes bala y mordaza)? ¿Qué policía es esta que es cómplice con la desaparición forzada y tortura de ciudadanos inocentes? ¿Qué política educativa es esta que persigue a la educación rural y no permite que estos jóvenes sean héroes por la vida comunitaria que promueven, sino mártires por la muerte horrorosa que sufren? ¿Qué comisiones de derechos humanos son esas que existen en ese país, que están ausentes y omisas ante crímenes de lesa humanidad mientras que los verdaderos activistas de derechos humanos son asesinados? ¿Qué mundo es este que sigue elogiando el Presidente de la Republica por el simple y único relevante hecho de haber entregado al imperialismo la última riqueza del país que restaba en manos de los mexicanos?”
¿Qué América Latina es esta que se mira en el espejo de sus muertos y no se reconoce? Éstas son preguntas que no pueden quedar sin respuesta si se busca comprender los complejos fenómenos de violencia, sociales y políticos por los que atraviesa México. Por eso, ante este panorama de incertidumbre y horror, se vuelve necesaria una organización social activa para exigir un alto inmediato a estos crímenes de Estado, así como construir una necesaria transformación en las condiciones de vida de millones de personas. Se vuelve necesario y urgente crear y construir alternativas de esperanza.
Por lo anterior, profesores y estudiantes de la línea de investigación de “Jóvenes, cultura y poderes” del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, del CINDE y la Universidad de Manizales, repudiamos este y cualquier otro tipo de hechos violentos en contra de la población. Expresamos nuestra solidaridad con los familiares de los jóvenes desaparecidos y exigimos la presentación con vida de los estudiantes hasta que no se demuestre lo contrario, siendo que la investigación encabezada por la Procuraduría General de la República (PGR), deja grandes vacíos de credibilidad. A su vez, exigimos la captura y el encarcelamiento de todas las personas involucradas, y que el gobierno sea capaz de garantizar la seguridad de sus habitantes para que este tipo de hechos jamás se vuelvan a repetir.
“Nos quisieron enterrar, pero no sabían que éramos semilla”
Atentamente,
Línea de investigación “Jóvenes, cultura y poderes” del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, del CINDE y la Universidad de Manizales, Colombia
21 de noviembre de 2014
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