miércoles, 23 de septiembre de 2009

Un respiro

Aquí la sangre no gotea, gotean los cuerpos, y más que gotas pareciera que alguien chingó la tubería, el chorro de muerte corre por la calles, llena los periódicos y empapa las televisiones, el chorro de muerte se colma entre los ojos y penetra penetra penetra hasta que la garganta se contrae para dejar pasar la saliva, pesadamente. Hace falta un descanso para no acomodarse sobre la negación insana, hace falta el aliento para la elemental reflexión: Un respiro entre el ahogo y el miedo para devolver lo hinchado en la confianza y así salir a gritar las dudas a la calle, un respiro para exhalar la indiferencia y así acusar con fuerza lo encubierto, lo hipócrita, lo estúpido, lo que permanece. Un respiro para no comenzar a asfixiarse, entre las formas resbaladizas del espectáculo ante la muerte y las idiotas representaciones de una ciudad arruinada, un respiro para así lograr exprimir, hundir, oprimir, refundir, el creciente hastío, que se acumula en el cuerpo como la putrefacción, ocasionando levaduras, en la superficie de los ojos.

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