miércoles, 30 de septiembre de 2009

Para escapar se necesita estar atrapado


por Jhonnatan Curiel

Estar atrapado siempre será una prueba. Tanto de resistencia como de resolución. El dilema de Houdini es “para escapar se necesita estar atrapado”. Norma Lazo, articulista y autora de Noches de la ciudad perdida, Los creyentes y El dolor es un triángulo equilátero, entre otras publicaciones, bajo esta premisa nos presenta un conflicto de época: el ser cautivo y el liberado que todos llevamos dentro. El animal: ese dilema de nosotros mismos, camisa de fuerza que pone la vida como desafío a superar. Lograrlo. Vaya pretensión. Pero también vaya reto de lucha. Aceptar el conflicto es el primer paso para escapar, y escapar es una síntesis de técnica y azar sucediendo; Houdini lo sabía, y Norma Lazo lo expresa a través de una escritura sencilla que se desenvuelve; nudo de palabras y emociones que al extenderse van encontrando su lugar. Esta es una novela que continuamente escapa, realiza actos de escapismo, ya sea a través de sus personajes o en el desarrollo de las situaciones que articulan la historia.


Presentación. La autora al centro.

El dilema de Houdini es una novela sobre un conflicto permanente en el humano, pasado y presente bajo plena fricción sobre él. ¿Cómo escapar de aquello que nos pesa y nos aprieta? ¿Cómo aflojar esos grilletes de la memoria? Los tres personajes principales (Sofía, Carmelo y Sebastián) apelan a la fuga pero no todos logran escapar. Unos inventan que se escapan a través de pastillas antidepresivas, alcohol, cocaína, matemáticas o sexo esporádico. Otros siguen sus anhelos y aceptan las adversidades aunque sean peligrosas, recuperan la fidelidad de sí mismos, se vuelven su propio animal.

La trama narra la vida de Sofía, correctora de libros de superación personal y que irónicamente se encuentra en crisis depresiva debido a la muerte de su pareja Lorenzo. Ella vive entre el anacronismo de lo cotidiano y las esporádicas sorpresas que le da la realidad. Entre ellas se encuentran sus dos únicos amigos: Carmelo y Sebastián. El primero es un mago atrapado en el ilusionismo de un matrimonio en ruinas, en busca de realizar su acto definitivo para librarse plenamente, y el segundo, un prodigio renegado cuya vida dedica a los excesos y límites, venganza permanente contra sus padres que lo trataron como un fenómeno para deleite de incautos pseudointelectuales.

Paralelo a las situaciones que se desarrollan en la novela, se encuentra la historia de Lancelot, un tigre de bengala que se fuga de un circo en la ciudad y mata a varias personas en su huida. La cobertura mediática de este suceso se convertirá en el motivo continuo de la trama, leitmotiv que será una metáfora de la situación en los personajes principales, sobre todo de Sofía, la cual recurrentemente estará escuchando sin querer el drama del tigre que intenta escapar de la urbe enfurecida, aunque su lucha por más intensa que sea no encontrará otra escapatoria más que la muerte. Por momentos pareciera que Sofía y el tigre son los mismos, pero a ambos los determina su final, pues el tigre logra escapar con su muerte al reafirmar y aceptar su lado salvaje, en cambio Sofía emprende una fuga más en busca de reconciliarse consigo misma, su fuga “es un principio que al mismo tiempo es un fin”, no hay muerte, hay posibilidad y en ella hay ilusión de libertad.

Conforme avancen las páginas el lector advertirá que los tres personajes principales en términos metafóricos son aprendices de Houdini, ya que vale decir que en esta novela no aparece Houdini como personaje sino como espacio simbólico. El Gran Houdini será el cabaret donde se reúnan esos tres escapistas a sortear la realidad, intentar por momentos liberarse de ella. A diferencia del verdadero Houdini, quien en cada acto de librarse lograba la emoción, su libertad era certeza, en cambio Sofía, Carmelo y Sebastián al entregarse a la fuga que constituye toda la novela, asimilan más sensación que emoción. Efecto engañoso de sentirse libres más no saberlo de cierto. ¿Incertidumbre generacional entre muchachos de cuarentaitantos? ¿Cordialidad enfermiza de una civilización que más que liberar constriñe? Su fuga, como la del tigre, es precipitada, llena de temor y por lo tanto peligrosa. El tigre instintivamente se resiste de los otros para no volver al encierro. Sofía, Carmelo y Sebastián también resisten a verse atrapados por los otros, esa cárcel que ya conocen. “El infierno son los otros” en la medida que uno sabe reconocerse en ellos, reflejo terrible pero necesario de encontrar para no quedarse arraigado en el estancamiento neurótico de la época.

Los tres personajes principales son escapistas en potencia, prófugos de sí, y durante el transcurso de la novela veremos sus técnicas de escape, los constantes problemas de sus actos. Cada uno es su animal, cada uno es el tigre que se fuga pero no logra salir del todo, uno de ellos escapa al aceptar su verdad, los otros dos van en busca de su lucha, la aceptación del conflicto que los hará enfrentarse a sus últimas consecuencias.


Como se mencionó al inicio, El dilema de Houdini es una novela que al mismo tiempo proyecta el dilema de nuestra condición actual como sociedad. “Para escapar se necesita estar atrapado”, cierto, pero una vez conocido ese gran dilema surgen otros mayores, cómo escapar sin recurrir a la fuga precipitada de la muerte o el suicidio. Cómo aceptar el permanente conflicto que nos ocupa. Cómo ser fieles a nosotros mismos para reconciliar al animal sin volvernos una versión enfurecida y frenética de salvajismo. Cuestiones para preguntarse a lo largo de la lectura. El anhelo de escapar siempre llevará implícito la libertad que lo alimenta. Libertad mediante todos los recursos posibles. Ella se vuelve el acto de escapismo más difícil de ejecutar en nuestra actualidad, el más riesgoso pero al mismo tiempo el más necesario.



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