miércoles, 30 de septiembre de 2009

Autodelicia, Cósmica, Eres tú


Autodelicia
Mano turbia mano bajo esa sombra que pesa
en esa sábana tocada
en ese rapto a lo tieso
hora turbia hora en esas horas dormidas
donde la piel se levanta
donde no llega el bostezo

anochecer en huída con el estímulo desnudo
embelesado de caricias
acariciado por presagios

imaginación que va tejiendo relatos sexuales
sucesivos
deliciosos
que desembocan en las trémulas exhalaciones a lo efímero
advenimiento masajeando las orillas de la sensación
el cuerpo arqueado en la delicia
auge de la paradoja corporal
espasmos de fijeza
estremecimiento

súbito regreso entre naufragaciones del éxtasis
y adrenalina perdida entre segundos pasajeros
ensueño de muerte bajo la noche eyaculada
y el tacto sabido como los húmedos restos
del instante

final.


Curiel, Jhonnatan, 2010, “Autodelicia” (Poema), revista electrónica Espiral, no. 26, edición Diciembre-Enero, en: http://www.revistaespiral.org/espiral_26/literatura_jonathancuriel.htm

...............

Cósmica


Felicidad la tuya recostada sobre tu otra felicidad donde no eres la misma pero si tienes la misma boca y los mismos ojos

estás a un paso de dar un paso de no Estar y no Ser porque tu cuerpo está bajo el influjo de otro cuerpo que también está a un paso de dar un paso de no Estar y no Ser porque su cuerpo está bajo el influjo de tu cuerpo y así sucesivamente…

el húmedo crepúsculo de tu pubis suscita la apoteosis donde mis ojos son innecesarios

el tranquilo rumbo de seguir y no seguir de atrás haciadelante y de adentro haciafuera hace que luzcamos como dos papalotes luchando arriba de una cama

estamos despeinados y por un momento vemos que la oscuridad lo desdibuja todo para dibujarlo a su manera donde no estamos despeinados sino más bien desnudos

pero desnudos plenos

caídos hacia la mojada noche de la piel y las caricias que no terminan de formar constelaciones que parecen tatuajes

estamos al borde de la hiperestesia y el grito de los poros
en la pared nuestras sombras se enredan y forman una Mano
es la mano de Dios

Qué milagro ha nacido ahí donde tu misterio es un pequeño punto de sombra y pareciera que me vez con el ojo de tu ombligo que salvajemente atrapa al mío y lo conecta y lo disuelve y somos la misma imagen flotando por la misma sábana y por el mismo momento
Ahora me besas
y de tu espalda emanan los efímeros paisajes de la fatiga líquida
tus piernas derrumbadas como dos pilares griegos vencidos por un silencio que nos obliga a mirarnos hacen de la escena una catástrofe deliciosa

ahora en tu semblante atardece y se disgregan las ganas de vivir que antes cabalgaron al aliento

ahora la luz se nos escapa por el sexo mientras el sueño llega como ese suave perfume de las cosas caídas

La inmovilidad ha venido a conquistar nuestro espíritu donde el amor ha derramado sus últimas gotas

y todo el cansancio sale de nuestras bocas como un río que se une con otro para llevar ese mensaje que nada mas los ríos comprenden y donde la metáfora nos toca bajo el agua de nuestras caricias

allí la plenitud se condensa en una almohada y de lo profundo brota tu felicidad como un espejo donde nos distinguimos los dos y caemos hacia nosotros mismos

hacia nosotros mismos
hacia nosotros mismos de nuevo
en el atrapado sentimiento de lo ausente
y en la primera y lejana palabra
de lo indescriptible.

........................
Eres tú

te conozco

más bien te intuyo

y sobre la ausente percepción me deslizo

con esta nostalgia en la garganta

como esta añoranza convertida en brisa

cuerpo

cuerpo en mi recuerdo

el tuyo

el tuyo cuando lo confundo con el mío

vagas tú

en el atrapado rumor de la caricia interna

envuelta de ti misma

perfumada en desnudez como la materializada verdad

vagas tú como una lengua perdida

en las venas del amor que nos hincha la palabra delirio



Eres tú

la vereda sencilla

donde encuentro todos los clítoris de tus poros

y pareces lámpara encendida

y pareces antorcha recostada en la sábana

desnudamente amarga y bella

sobre los turbios horizontes de una memoria donde desapareces

y tu sabor es un remanso que se queda

un hilillo de cielo que me lleva a ti



Bella

hay perfume en el recuerdo

canta el amor.

Para escapar se necesita estar atrapado


por Jhonnatan Curiel

Estar atrapado siempre será una prueba. Tanto de resistencia como de resolución. El dilema de Houdini es “para escapar se necesita estar atrapado”. Norma Lazo, articulista y autora de Noches de la ciudad perdida, Los creyentes y El dolor es un triángulo equilátero, entre otras publicaciones, bajo esta premisa nos presenta un conflicto de época: el ser cautivo y el liberado que todos llevamos dentro. El animal: ese dilema de nosotros mismos, camisa de fuerza que pone la vida como desafío a superar. Lograrlo. Vaya pretensión. Pero también vaya reto de lucha. Aceptar el conflicto es el primer paso para escapar, y escapar es una síntesis de técnica y azar sucediendo; Houdini lo sabía, y Norma Lazo lo expresa a través de una escritura sencilla que se desenvuelve; nudo de palabras y emociones que al extenderse van encontrando su lugar. Esta es una novela que continuamente escapa, realiza actos de escapismo, ya sea a través de sus personajes o en el desarrollo de las situaciones que articulan la historia.


Presentación. La autora al centro.

El dilema de Houdini es una novela sobre un conflicto permanente en el humano, pasado y presente bajo plena fricción sobre él. ¿Cómo escapar de aquello que nos pesa y nos aprieta? ¿Cómo aflojar esos grilletes de la memoria? Los tres personajes principales (Sofía, Carmelo y Sebastián) apelan a la fuga pero no todos logran escapar. Unos inventan que se escapan a través de pastillas antidepresivas, alcohol, cocaína, matemáticas o sexo esporádico. Otros siguen sus anhelos y aceptan las adversidades aunque sean peligrosas, recuperan la fidelidad de sí mismos, se vuelven su propio animal.

La trama narra la vida de Sofía, correctora de libros de superación personal y que irónicamente se encuentra en crisis depresiva debido a la muerte de su pareja Lorenzo. Ella vive entre el anacronismo de lo cotidiano y las esporádicas sorpresas que le da la realidad. Entre ellas se encuentran sus dos únicos amigos: Carmelo y Sebastián. El primero es un mago atrapado en el ilusionismo de un matrimonio en ruinas, en busca de realizar su acto definitivo para librarse plenamente, y el segundo, un prodigio renegado cuya vida dedica a los excesos y límites, venganza permanente contra sus padres que lo trataron como un fenómeno para deleite de incautos pseudointelectuales.

Paralelo a las situaciones que se desarrollan en la novela, se encuentra la historia de Lancelot, un tigre de bengala que se fuga de un circo en la ciudad y mata a varias personas en su huida. La cobertura mediática de este suceso se convertirá en el motivo continuo de la trama, leitmotiv que será una metáfora de la situación en los personajes principales, sobre todo de Sofía, la cual recurrentemente estará escuchando sin querer el drama del tigre que intenta escapar de la urbe enfurecida, aunque su lucha por más intensa que sea no encontrará otra escapatoria más que la muerte. Por momentos pareciera que Sofía y el tigre son los mismos, pero a ambos los determina su final, pues el tigre logra escapar con su muerte al reafirmar y aceptar su lado salvaje, en cambio Sofía emprende una fuga más en busca de reconciliarse consigo misma, su fuga “es un principio que al mismo tiempo es un fin”, no hay muerte, hay posibilidad y en ella hay ilusión de libertad.

Conforme avancen las páginas el lector advertirá que los tres personajes principales en términos metafóricos son aprendices de Houdini, ya que vale decir que en esta novela no aparece Houdini como personaje sino como espacio simbólico. El Gran Houdini será el cabaret donde se reúnan esos tres escapistas a sortear la realidad, intentar por momentos liberarse de ella. A diferencia del verdadero Houdini, quien en cada acto de librarse lograba la emoción, su libertad era certeza, en cambio Sofía, Carmelo y Sebastián al entregarse a la fuga que constituye toda la novela, asimilan más sensación que emoción. Efecto engañoso de sentirse libres más no saberlo de cierto. ¿Incertidumbre generacional entre muchachos de cuarentaitantos? ¿Cordialidad enfermiza de una civilización que más que liberar constriñe? Su fuga, como la del tigre, es precipitada, llena de temor y por lo tanto peligrosa. El tigre instintivamente se resiste de los otros para no volver al encierro. Sofía, Carmelo y Sebastián también resisten a verse atrapados por los otros, esa cárcel que ya conocen. “El infierno son los otros” en la medida que uno sabe reconocerse en ellos, reflejo terrible pero necesario de encontrar para no quedarse arraigado en el estancamiento neurótico de la época.

Los tres personajes principales son escapistas en potencia, prófugos de sí, y durante el transcurso de la novela veremos sus técnicas de escape, los constantes problemas de sus actos. Cada uno es su animal, cada uno es el tigre que se fuga pero no logra salir del todo, uno de ellos escapa al aceptar su verdad, los otros dos van en busca de su lucha, la aceptación del conflicto que los hará enfrentarse a sus últimas consecuencias.


Como se mencionó al inicio, El dilema de Houdini es una novela que al mismo tiempo proyecta el dilema de nuestra condición actual como sociedad. “Para escapar se necesita estar atrapado”, cierto, pero una vez conocido ese gran dilema surgen otros mayores, cómo escapar sin recurrir a la fuga precipitada de la muerte o el suicidio. Cómo aceptar el permanente conflicto que nos ocupa. Cómo ser fieles a nosotros mismos para reconciliar al animal sin volvernos una versión enfurecida y frenética de salvajismo. Cuestiones para preguntarse a lo largo de la lectura. El anhelo de escapar siempre llevará implícito la libertad que lo alimenta. Libertad mediante todos los recursos posibles. Ella se vuelve el acto de escapismo más difícil de ejecutar en nuestra actualidad, el más riesgoso pero al mismo tiempo el más necesario.



Cavilaciones mortuorias de Mauricio Ramos



por Jhonnatan Curiel

Muerto, difunto, fallecido, finado, fenecido, occiso; tantas maneras de referirse a la última consecuencia del humano, el resultado irreductible del estar vivo y al que llegaremos todos sin lugar a dudas, pues este fin, aun cuando trata de referirse a la muerte a través de múltiples denominaciones, fue, es y será, siempre el mismo.

Estirar la pata, colgar los tenis, entregar el equipo, torcer la última mueca; expresiones que utilizan el humorismo para ocultar mediante el lenguaje su miedo y extrañeza ante la verdadera materialidad de este acto, el comienzo de la putrefacción del cuerpo, la pesadez del cadáver proyectada hacia el otro. Ese que presencia lo profundamente inerte de lo que antes fue profundamente vital, y que más que acongojarse por el deceso de ese otro, mas bien lo perturba el hecho de su propia finitud, el inevitable advenimiento de ésta, la reconciliación con la tierra mediante la viscosidad desprendida, el desbaratarse de lo corpóreo hasta convertirse en nada más que polvo.

En el tercer capítulo de la Dialéctica Negativa, Adorno menciona que: “La integración de la muerte física en la cultura debería ser revocada teóricamente; pero no por mor de la muerte como pura esencia ontológica, sino por lo que expresa el hedor del cadáver contra el engaño de su transfiguración en restos mortales.” Pero, más adelante al referirse de nueva cuenta a la cuestión de la muerte el mismo autor expresa que: “Conforme va quedando menos vida, se acentúa para la conciencia la tentación de tomar por revelación del Absoluto los restos contados, sorprendentes que quedan de ella. Por otra parte, si nada prometiera algo trascendente a la vida, tampoco sería posible experimentar nada verdaderamente vivo.”

Dejando de lado la “revelación del Absoluto” pues como el mismo Adorno menciona “plenitud implica presunción”, y centrándose más bien en esos “restos contados” y en ese “algo trascendente a la vida”, Cavilaciones mortuorias de Mauricio Ramos es un libro que nace a partir del tema de la muerte y cuyo contenido, que pudiera considerarse un oximorón respecto a su origen, paradójicamente se escribe a partir del fallecimiento de “una de las personas más vitales y dionisiacas” que el autor ha conocido, tal y como lo expresa en la dedicatoria del libro dirigida al Mtro. Rubén Vizcaíno Valencia.

Los 10 ensayos que conforman esta obra, además de girar en torno al tema de la muerte, también ahondan en las implicaciones reflexivas derivadas de ella, tales como la inmortalidad, el ego, los ritos fúnebres, el suicidio, el arte, por sólo mencionar algunas. A su vez, los autores de los cuales parten estas Cavilaciones mortuorias (Asimov, Borges, Schopenhauer, Camus, Mishima, Wilde, entre otros) no poseen un contenido profético ni de certezas sobre el más allá, “no son oráculos orientadores sino la constatación de que todos padecemos de lo mismo” en palabras del propio autor, quien a su vez, menciona que: “Lo que nos dan no son respuestas, sino extrañezas y dudas hechas literatura. Son menos rectores espirituales que acompañantes en la finitud, menos maestros de la abnegación que seres con quién compartir coincidencias.” Bajo esta perspectiva, el lector no encontrará soluciones ni certezas de posteridad metafísicas acerca del fenómeno que representa la muerte, sino más bien inquietudes compartidas e interiorizadas por medio de la reflexión ensayística, acerca de nuestro irremediable abocamiento a convertirnos en cadáveres.

Para Fernández Tresguerres, en un ensayo publicado en Internet titulado De la muerte, menciona que “la muerte nos ocupa y, sobre todo, nos pre-ocupa. No al difunto en tanto que difunto, claro está, a quien ya no le ocupa ni le pre-ocupa nada; pero es seguro que antes del tránsito sí le pre-ocupó y tal vez le ocupó también.” Quiza debido a esta pre-ocupación mencionada por Tresguerres, el tema de la inmortalidad es recurrente en estas Cavilaciones morturias, donde dicho tema es abordado a partir del ego y sus obsesiones vanidosas por trascender. El primer ensayo de esta obra, titulado precisamente El ego y la muerte, hace alusión a ese intento por no morir depositando toda esperanza en la memoria de las nuevas generaciones, pues como lo refiere el autor, “a final de cuenta ellas ocuparán el espacio que nosotros dejaremos”. El tema de la inmortalidad se mostrará recurrente a lo largo del libro, los títulos y el contenido de los ensayos son claras muestras de ello, ya sea proyectado a través de la exageración de la personalidad para lograr establecer un recuerdo de nosotros o también como una posibilidad médica o tecnológica beneficiosa para la condición humana. Sea lo que sea, a lo largo de estos ensayos el autor vislumbra una especie de necesidad patológica de permanencia, que puede llegar al punto de manifestarse de manera frívola, un ejemplo de ello se le tendría que adjudicar a James Dean, quien en su afán de mantenerse en la memoria, no se turbó en decir que deseaba morirse joven para hacer un bello cadáver. Aún a este grado, el autor tiene razón al referir que: “A la hora de la supervivencia no hay moral que nos importe mucho.”

Como ya se ha mencionado, los diversos temas referidos a lo largo de esta obra, cuyo núcleo es la muerte, harán al lector reflexionar sobre su propia postura, o quizá más bien complicidad, respecto a nuestro inexorable acaecer y las medidas que hemos tomado o tomaremos frente a este. Cavilaciones mortuorias aún cuando se centra en este tema, es a final de cuentas un conjunto de reflexiones acerca de la vida misma, las cuales aunque de ninguna manera caen en el facilismo optimista de vivir la vida sólo porque es, invitan a reflexionar sobre la naturaleza efímera de ésta, ya que, aludiendo de nuevo a Fernández Tresguerres, la muerte en sí y por el hecho de su total desconocimiento, no encierra un misterio mayor del que pueda hallarse en una taza de café que se enfría, para él, lo verdaderamente sorprendente no es que uno se tenga que morir, sino el hecho de que se haya nacido.

Mauricio toma la cavilación sobre la muerte y la convierte en vida, ya que en sus propias palabras “preocuparse por la mortandad es una forma de mantener sana la vida, de darle vitalidad, de poner atención a un presente irrepetible, de manera intensa.” No es por nada que en una de sus reflexiones más acertadas mencione que: “Entender el mundo es sólo el primer paso; la mayor parte del camino consiste en digerirlo”.

Llorar




De lo profundo nace el llanto

desde lejanas tierras interiores

ciertos lugares donde pasan ríos

que desembocan débilmente en la mirada



pausadas gotas

diamantes derretidos

como exprimir el jugo espeso de unas frutas

como llover

llover un poco

mojarnos las mejillas de congoja

verter triste silencio entre las manos

ir cayendo desde la pupila hasta el vacío

ahí

donde los ojos lloran

haciadentro.

Hoy decidí escribirte con los ojos cerrados

Hoy decidí escribirte con los ojos cerrados
la tarde se ha llenado de brisa y en los párpados siento unas palabras lejanas
el silencio pesa como un árbol vacío
ha caído la luz
de nuevo el segundo me ha devuelto tu pequeño seudónimo de hoja

vienes
en este viento vienes y te cuelas por mi ropa
mi cuerpo
lentamente descifro tu pequeño aleteo
tu cálido rumor de suavidad
subes y bajas por mi pecho como un ligero secreto

mi cabeza llena de soledad te busca
tu silueta en fracciones
tu cuerpo hecho de oscuros trazos y despedazados ecos
se forma
incontables recuerdos son pedazos de ti
al fondo de mi oscuridad brillas como una lámpara caída

atravieso el oscuro pleamar de la memoria
más allá de mis párpados
más allá de mi cara y mi cabeza
entre lo olvidado y lo presente
te encuentro
tu piel diluida junto a la sombra de tu lejanía
tu cadera de nostálgica bahía

ahí te encuentro bajo la desnudez de la brisa
en el difuso transcurrir de mis recuerdos grises
más allá de mis ojos
de mis adormecidos ojos como derrumbados telones
te encuentro en la distancia de estas palabras lejanas
el pesado rumor de tu ausencia ronda la soledad de este poema.

Autodiferencia y verdad en Alguna Sociedad Excitada




Por Jhonnatan Curiel

Por definición, el término Excitar (proveniente del latín Excitare) significa “estimular, provocar o activar algún sentimiento, pasión o movimiento”. Dicho concepto, además de revelar el efecto de acción contenido en la palabra misma por su atribución verbal, muestra la capacidad descriptiva acerca de los fenómenos corporales que han sido el origen de las creaciones artísticas a través de la historia, las sensaciones. Por lo tanto, la palabra Excitar, aunque su definición conceptual sólo alcance el nivel descriptivo y no una verdadera comprensión acerca de lo que en realidad Es, en y para el individuo, posee la característica de funcionar como una puerta de entrada (toda palabra es una puerta) que nos permite distinguir un dinamismo sensible intrínseco, donde la acción, esto es, el manifestarse, es el influjo que la palabra ejerce en la realidad.



El autor

Alguna Sociedad Excitada de Adrián Volt Sáenz, es una obra donde los constantes enfrentamientos, tanto de estructura como de contenido, le otorgan este dinamismo sensible propio de la excitación, pero al mismo tiempo, no únicamente se remite al efecto del actuar o señalar el momento del manifestarse como mero acontecimiento, sino que esta acción, es una acción reflexionada, introvertida y extrovertida, en un proceso donde la expresión poética es el recurso que Adrián utiliza para referirse a Alguna sociedad excitada.

Alguna sociedad, “su traducción demeritaría el fulgor de lo ambiguo” diría Gerardo Horacio Porcayo. El “algún” en este poemario, sirve como el elemento subjetivo que trastoca nuestra identificación con los poemas, es el vínculo entre nosotros y el contenido de verdad expresado. Por lo que la Verdad, como elemento vivo en cada texto, será el espejo donde el lector se mire y reconozca, al momento de que trate no reconocerse.

Para llegar a esta Verdad, Adrián utiliza diferentes herramientas que le permiten fijar un cauce de encuentros y desencuentros, contraposiciones dialécticas, facilitadas por el constante recurso del hipérbaton (como bien lo señalo Josue Peñaloza en la primera presentación del poemario), así como los signos de puntuación, en especial los paréntesis, los cuáles, por contener una reflexión dentro de otra reflexión, un paréntesis dentro de otro paréntesis, dotan a cada verso y cada título de una variabilidad significativa en incesante conflicto, los encuentros y desencuentros mencionados; sistema de contraposiciones que de manera paciente, bien lograda y desarrollada, el autor extiende y contrae, en una lucha recurrente donde la sustancia viva que abre la posibilidad para arribar a la Verdad es el germen de la negatividad misma, entendida ésta última como la capacidad intrínseca de todas las cosas para autodiferenciarse. Parafraseando al filósofo alemán Hegel, en su libro Fenomenología del Espíritu refiere que la negatividad contrapone en búsqueda de la verdad. El autor de Alguna Sociedad Excitada actúa como la propia negatividad hegeliana, contrapone y encuentra, sólo que al encontrar, siguiendo esta lógica negativa, también constituye perder otra cosa, cito: “al fin lo encontré. Concedido/ silbaba a la muerte. Pero en esa/ oscuridad altísima estaba/ Ausente, lejos, solo.”

Como ya se ha mencionado, una de las herramientas que Adrián utiliza en esta obra es el hipérbaton, figura literaria que consiste en trastocar o desordenar el orden sintáctico de la frase, y que le permite al autor proponer una expresividad distinta en cada verso, pero que al mismo tiempo define un sólido estilo poético, mantenido a lo largo de la obra y que debido a su naturaleza a primera vista pareciera estar enmarañado, pero el valor de este recurso expresivo radica en proponer un nuevo orden estructural en el oficio narrativo poético. Pareciera que en esta obra el camino para encontrar la esencialidad de cada poema, esto es, su verdad, se debe avanzar por una vereda de reflejos fractales que nos guían poco a poco, página tras página, en un sistema donde la poesía es el movimiento que alimenta y bifurca, pero que de manera sensible, encausa y nos vuelve parte del conflicto.

Otro elemento muy particular y recurrente en esta obra, es la utilización del paréntesis, utilizado por el autor para arribar a la verdad mediante la autodiferencia. Los paréntesis encierran cada título, como si fueran reflexiones aún contenidas. Pero también, dentro de cada título, de cada paréntesis, se encuentra otro paréntesis como el complemento del título, un pensamiento dentro de otro pensamiento. La contrariedad manifestada, el germen de la negatividad que vendría a representar además de la autodiferencia, el aspecto irónico y conflictivo que dinamiza el título y no lo vuelve sólo un nombre ornamentado arriba del poema sino un pensamiento vivo que da pie a la lectura y despliegue del contenido de verdad interiorizado por el lector.



Para concluir, Alguna sociedad excitada, es un poemario que nos llevará por nuestra realidad contemporánea, la vida cotidiana y sus contradicciones, las preocupaciones filosóficas y el desgaste de ellas, el consumismo de la sociedad actual y su banalidad creciente, entre muchas otras temáticas que sin duda lograrán la identificación sincera con los lectores. Esta es una obra digna de ser pacientemente leída y reflexionada, pues en la visión poética que nos presenta Adrián, de encuentros y desencuentros, habrá el momento donde una fijeza momentánea nos brindará la posibilidad de ver y sentir la ironía y contradicción de nuestra propia realidad, excitación efímera que gracias al trabajo poético de Adrián, por momentos será revelada de una manera plena.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Alucín


Solicito bella soledad
quiero pruebas de que esto no engancha
solicito que le saquen las entrañas
para que me expliquen todo

me duele la cabeza
pero no se si en verdad me duele
o es que todavía no me acostumbro a tanta

¿cuándo comenzó la desnudez emocional?
¿dónde se me perdió el asombro por esto?
uno nunca amanece con la misma cara
nos la cuelgan los días
y uno tiene que buscar nuevos pases de fuga
reductos a la lejanía
todo desemboca en esta ansiedad a desaparecer
que no desemboca
huida interna
donde se corre el riesgo de perderse
y eso se vuelve otra clase de deseo.

Sicarios a punto de matarse







No es por casualidad
que ambos estemos aquí
a punto de matarnos
por mandato de otro
ese otro
que al revelarlo hasta las vísceras
es el mismo
siempre

No es el destino el que dispone
a internarnos en nuestro último dolor
buscando empujarse
el uno al otro hacia el abismo
sin saber que ese abismo está aquí
alrededor de nosotros

Somos
seremos
hemos sido
la misma violencia
el mismo devenir de la putrefacción

Este es nuestro primer encuentro
eso hemos acordado
el otro ya vendrá después
cuando el aliento se nos apriete
entre las grietas de la sangre
y toda certeza desaparezca
toda esperanza sea innecesaria
ante la pronta reconciliación
con nuestra misma
muerte.

Un respiro

Aquí la sangre no gotea, gotean los cuerpos, y más que gotas pareciera que alguien chingó la tubería, el chorro de muerte corre por la calles, llena los periódicos y empapa las televisiones, el chorro de muerte se colma entre los ojos y penetra penetra penetra hasta que la garganta se contrae para dejar pasar la saliva, pesadamente. Hace falta un descanso para no acomodarse sobre la negación insana, hace falta el aliento para la elemental reflexión: Un respiro entre el ahogo y el miedo para devolver lo hinchado en la confianza y así salir a gritar las dudas a la calle, un respiro para exhalar la indiferencia y así acusar con fuerza lo encubierto, lo hipócrita, lo estúpido, lo que permanece. Un respiro para no comenzar a asfixiarse, entre las formas resbaladizas del espectáculo ante la muerte y las idiotas representaciones de una ciudad arruinada, un respiro para así lograr exprimir, hundir, oprimir, refundir, el creciente hastío, que se acumula en el cuerpo como la putrefacción, ocasionando levaduras, en la superficie de los ojos.

El dedo no es la mano

(poema mímico contra el dedazo)

Abre la palma de la mano y extiéndela
efectivamente parece una palma tropical
de cinco ramas color piel
despeinadas y vivas por el viento que simulan mis dedos al moverse

Abre la palma de la mano y extiéndela
ahora es un río de cinco bifurcaciones
cinco cauces que desembocan en la punta de los dedos
y cada uno finaliza en vasta plenitud:
el espacio

Abre la palma de la mano y extiéndela
ahora tensa el dedo índice
cierra los otros y déjalo levantado
mira cómo señala
mira cómo se vuelve una flecha natural
en ese dedo está la fuerza
también está la imposición a la fuerza
pero no puede mantenerse
pues por el magnetismo corporal que somos
ese dedo siempre regresará a los otros

Abre la palma de la mano y al hacerlo abre el presente
te verás aquí y ahora
estás tocando este momento
¿sientes el tacto de otras manos levitando en el espacio?
los dedos se entrelazan de manera natural

de tiempo en tiempo es saludable destrabar
los tensos nervios que se aferran a la re-flexión
para impedir que se atrofien y no olviden
que el dedo no es la mano

Vivo en una mano


Vivo en una mano sostenida por las grietas
vivo doloroso
doloroso estoy mirando
vivo en estos días de decapitaciones y temor
vivo peligroso
peligroso y contemplando

qué hacer ante la mano que finge gobernar
qué hacer ante ese puño que aprieta su poder
y retiene en cada dedo el vicio de sus lujos
mano que sólo abre para chuparse los dedos
incluir desperdicios
someter

vivo en una mano de resquebrajadas estructuras
cinismo impune asimilado
y falsa ataraxia social

cómo alcanzar esa otra mano tan necesaria y abierta
dónde encontrar la sensación de que no estamos solos

un primer tacto podría ser
aprovechar cada fisura de la mano agrietada
y acomodarse en el centro de su hueca tensión
mientras unimos las manos para situar la Gran Bomba
y nos alejamos dichosos
a contemplar el espectáculo.



Curiel, Jhonnatan, 2009, “Vivo en una mano” (Poema), revista electrónica Espiral, no. 25, edición Octubre-Noviembre, en: http://www.revistaespiral.org/espiral_25/literatura_jonathan.htm
 

El pesimismo es una costra generacional

El pesimismo es una costra generacional
la marca de la herida
herida que no encuentra cicatriz
pues su presencia es amenaza
amenaza de más sangre
amenaza de dolor
la sangre seca es amenaza de sangre fresca y de dolor

el pesimismo se sustenta en la derrota permanente
una derrota asimilada
que persiste
derrota implícita en nosotros
temerosos sin iguales
luchamos en el interior
y nos vencemos en el interior

valle de heridos la conciencia
nuestro agónico reclamo
anhelamos hacia fuera
sin saber que no hay anhelo
sólo hay realidad

esta realidad

el pesimismo es miedo puro de cambiar
es querer sentir al tiempo como las estatuas cagadas
aceptar su pudrición en un abierto cinismo
cinismo tenso de los resignados
que vemos la mentira
sabemos quién es la mentira
y decidimos vivir nuestra mentira

el pesimismo es una costra generacional
y ya es momento de arrancarla
le duela a quien le duela
le punce a quien le punce

al removerla ya no hay más amenaza
en este instante comenzamos a sanar.




Curiel, Jhonnatan, 2009, “El pesimismo es una costra generacional” (poema), Revista Trifulca, no. 6, México, D.F.