Círculo de Gidi Loza (Torreón, 1985) es un libro de poesía publicado a finales de 2012 por el proyecto editorial Piedra Cuervo, “una alianza milenaria entre Gidi Loza y Huracán Brown” para la creación de libros artesanales, proyectos multimedia y experimentos poéticos de diferente tipo. Este primer poemario de Gidi, es al mismo tiempo la primera publicación de Piedra Cuervo, por lo que tiene una doble significación al ser el arranque de dos obras distintas, y al mismo tiempo paralelas en un sentido creativo.
Si bien, conozco a la autora desde hace algunos años, y sé que escribe desde tiempo atrás, ella decidió hasta este momento compartir su obra para futuros lectores, y se reconecta con la continuidad en el oficio de escribir, que deja como testimonio palabras para que alguien quizá se vea reflejado en ellas.
Considero que la acción de escribir siempre está ligada al compartir, incluso para uno mismo, se escribe para que lo toquen unos ojos, lo saboreen unos oídos; en este sentido, el Círculo que significa asumirse como alguien que escribe, no en una acción que inicia sino que reconecta su curso, retoma lo que antes alguien dejó pendiente, como si cada libro ensayara una idea, una intención, un propósito en constante metamorfosis. Esto ya lo han dicho otras personas antes que yo seguramente, y qué bueno que así sea, quien escribe en este tiempo creo que debe pensar más allá del plagio, saber que la búsqueda de la originalidad más atractiva es un delirio empresarial. Porque para mí quien hace Arte y Poesía hereda las emociones de los siglos, a través de las décadas, las circunstancias de los años que forman nuestro espíritu.
En el caso de este libro, Círculo constituye un recorrido a través de un cuerpo físico y simbólico, real e imaginario, en el límite que divide una cosa de la otra, una brecha donde se va sumergiendo al lector entre linderos sensibles, paisajes emocionales, viajes dentro de sí, cruzando por recuerdos, experiencias, cicatrices, colores, ritmos, como si a través de este conjunto de elementos la autora accediera a momentos de revelación, autoconocimiento de su condición femenina, de saberse mujer circular, mujer voz, mujer hombre voz.
CÍRCULO QUE RETOMA SU CURSO
Estos instantes de reconocimiento, como si a través de la escritura se lograra una Anagnórisis, (término teatral para referirse al descubrimiento de sí mismo), van trazando el libro mediante un lenguaje poético simple, marcadamente metafórico y elíptico, con un uso constante de repeticiones, que además de cumplir un fin reiterativo, también cumplen una función rítmica que marca el compás de intensidad a lo largo del libro. Por lo que cada capítulo posee un ritmo propio, una elíptica diferente que nos va llevando hacia dimensiones corporales de mayor complejidad, ahí donde el cuerpo se convierte en cuerpos, la voz en voces, y el sentir en sentires, devenires, adquiriendo este tono plural, que trasciende el plano de la autora y alude más bien a una condición humana. El círculo como algo intrínseco en la existencia, invisible y sin embargo, total.
Este Círculo está dibujado en cuatro apartados, que ocurren a manera de monólogos mentales 1. Dentro, 2. Afuera, 3. Rodeada y 4. Sobrepuesta, donde la autora reflexiona, duda, imagina, crea y se deja llevar por el flujo de escritura, que en momentos accede a niveles de delirio y ensoñación. Cada uno de estos apartados, muestra la evolución del círculo real e imaginario, que bien puede representar el vientre de la madre o aludir a una colectividad en la que el “Yo” se confunde con el “Nosotros”, con el “Ellos”, recurriendo al juego de los tiempos verbales, como si la autora buscara mostrar ese carácter atemporal del círculo que atraviesa a la existencia sin distinción individual. “Yo fragmenta a yo” dice Gidi en el primer capítulo del libro.
EL CÍRCULO A TRAVÉS DE 4 AUTORAS
Otro elemento a destacar acerca de este poemario son las autoras que influyen temática y estilísticamente en su formación. Al inicio del libro aparecen citadas a manera de epígrafes las poetas y escritoras norteamericanas, Kathy Acker, Lyn Hejnian y Theresa Hak Kyung Cha, quienes en su estilo literario y poético recurren a temáticas y experiencias que reivindican el papel de la mujer en la sociedad y en el mundo. Estas autoras se muestran críticas o llaman la atención acerca de temas concernientes al cuerpo, la moral y la identidad de género, desde una estética a veces cruda, y otras marcadamente intimista y autobiográfica, que muestran un acercamiento hacia lo que representa ser una mujer para cada una de ellas. Por esto mismo, no es casualidad que Gidi cite a estas autoras al inicio de su libro, y que comparta ciertas similitudes en estilo como las repeticiones, las conjugaciones de verbos en distintos tiempos, así como la rítmica interna de cada capítulo, estén presentes en el
desarrollo del libro como una manera de adentrarse en busca de una poética personal.
A las tres autoras anteriores, también se podría agregar la poeta y escritora norteamericana Juliana Spahr, quien en su libro “This connection of everyone with lungs” (New California Poetry, 2005), muestra cierta afinidad en estilo y temática con el poemario de Gidi, una especie de eco que se filtra a través de sus versos. Juliana en 2005 dice “I speak of the separations that define this World and the separations that define us, beloveds, even as we like to press our skins against one another in the night” y Gidi continua este diálogo en 2012 diciendo “Soy parte de esto. De donde me veo separaba. Soy parte de esto que no tengo que saber. Soy parte de esto que sé. Soy parte de esto que desconozco. Soy parte de esto que sé. Soy parte de esto que desconozco.”
Por otro lado, considero que la originalidad en el libro de Gidi consiste en el desarrollo temático de cada capítulo, el cuerpo inserto en espacios y tiempos distintos que lo transforman y lo llevan a diferentes estadios sensibles, capturados por la autora en un lenguaje poético sencillo y que también en ocasiones llega a tener poesía visual, versos en figuras que complementan a los versos escritos.
Gracias a Gidi pude conocer parte de la obra de las autoras que he comentado, y por esto realicé estas relaciones entre estilos y temas, como una constelación de autoras femeninas que iluminan este poemario circular.
UN CÍRCULO DENTRO DE UN CÍRCULO
El canto utilizado en rituales prehispánicos como el temazcal expresa de manera acertada a lo que alude la autora en este libro. Dicho canto dice: “Somos un círculo, dentro de un círculo, sin principio y sin final”. Estos versos engloban en varios sentidos la intención general del poemario al considerar al círculo primero desde una óptica individual y luego colectiva.
Así, el círculo se expande y transforma hasta insertarse en un círculo mayor, círculo que se vuelve círculos, cuerpo que se vuelve cuerpos. El círculo que se adentra a un ciclo circular. En el que la Vida y la Muerte representarían más que Principio y Final, una continuidad de la que no es posible extraernos pues nos atraviesa de una manera absoluta.
Un legado dinámico, como las fuerzas que hacen del universo un magnetismo de partículas, curvo ascendentes, circulares, quizá delineando el contorno de un círculo más grande, aquél que no puede expresarse en palabras porque también las contiene, las rodea, delimita al lenguaje en su contorno, círculo que enmarca los significados, los sentidos, los modos de entender al mundo, todo esto se encuentra sugerido en el libro de Gidi, y aún más, hacia regiones inaprensibles en el interior de nosotros, solo presentidas como aroma, como un sonido que late más allá, adentro.
Y quizá por esto los sentidos buscan acceder a esos momentos sensibles, las palabras de Gidi perciben este círculo, todos lo vemos y vivimos aunque no estemos conscientes de ello, él habita por dentro y por fuera, esto puede revelarse si se le presta atención, somos círculos, ellos, ellas, circulares todos.
A través de estos capítulos vemos cómo la sensibilidad recuerda estos círculos desde una memoria no física, desde los recuerdos que enlazan a los humanos en una sola experiencia de vida, la Era, ahí donde no se entiende el origen porque se está en el origen, el óvulo, el vientre de la madre, la cabeza llena de figuras geométricas, apenas creándose, apenas delineándose las formas de sus ángulos, el cuerpo envuelto en geometría y el cerebro con el radio y circunferencia de otra dimensión.
El círculo del que nos habla Gidi habita dentro del universo del cuerpo, y de la misma manera, el cuerpo pertenece a otro círculo mayor que pudiéramos llamar vida, y a su vez uno más grande que pudiéramos llamar muerte. El círculo se desenvuelve, se expande, se vuelve una multiplicación, como las ondas provocadas en el agua al dejar caer la piedra en un estanque, o los anillos planetarios bordeando el contorno de los astros, o las órbitas planetarias girando alrededor del sol, de este modo el círculo que nos dibuja Gidi con este poemario adquiere diferentes dimensiones adentro y afuera de nosotros, “sin principio y sin final”.
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