viernes, 30 de octubre de 2009

El diminuto


Foto: Romina Danell



Se levanta
tuvo un sueño pesado
casi tanto como él
se viste
no se lava la cara
no se lava los dientes
toma un taxi

da su primer sorbo al día
sus dedos son tan básicos como su risa
la cara es una coincidencia
irónica haciadentro
tiene que mirar las demás para mirar la suya
su llegar es tranquilo
la vida se desenreda sola
automatismo falso del automatismo negado
trabaja
firma
defeca
fuma
es verbo
él es su tiempo
a donde quiera que va
se persigue a sí mismo
la tarde llega y lo agudiza
la sombra
la noche como un gran ombligo negro

su regresar es lento
sombra de otra sombra en las calles
regresa vencido por el optimismo
su soledad es otra casa
otra puerta
otra cama sin muerte
sin anhelos

más allá de la duda el corazón le late
gira el cuerpo
cierra la vida sin ganas
y su caída es cansancio
cansancio
cansancio

dormir le resulta tan pequeño
cuando comienza la alarma

viernes, 23 de octubre de 2009

Temprano albor del comenzar

(Discurso de generación en el acto académico. Lic. en Comunicación)


Jhonnatan Curiel

Teatro Rubén Vizcaíno Valencia, UABC, Tijuana


16 de Octubre de 2009

A mi familia y seres queridos



“Oh temprano albor del comenzar

oh soplo del viento

que viene de nuevas costas”


Estas palabras aparecen en una obra del poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht titulada Galileo Galilei y en ellas se resume el espíritu de un cambio de época, anuncian un porvenir donde la ciencia y el conocimiento pondrán en tela de juicio los dogmas religiosos e intelectuales de su tiempo con el impulso de iniciar una necesaria autoevaluación del pensamiento científico y la conciencia humana. Me pareció adecuado iniciar con estos versos pues aún cuando la circunstancia histórica donde se declamaron pareciera lejana, la fuerza contenida en ellos emana de nueva cuenta cada vez que son pronunciados. Por esa misma energía que proyectan decidí incluirlos en este día tan significativo, día en que egresamos de la Universidad Autónoma de Baja California, filósofos, historiadores, literatos, sociólogos y comunicólogos, día culmine después de años de estudio y vivencias inolvidables en nuestra casa de estudios.

“Oh temprano albor del comenzar” en nosotros, compañeros y compañeras de generación. “Oh soplo del viento” en esta vida que sentimos venir a cada instante y que ahora nos toca con la suave brisa de nuestros logros, el fruto de nuestro esfuerzo y dedicación, el admirable afán de paso a paso y semestre a semestre ir construyendo nuestro propio camino. Esta satisfacción que sentimos “viene de nuevas costas” efectivamente, pero son costas interiores, costas en nosotros que nos anuncian con expectativa lo que nos depara, los suaves y bruscos oleajes de nuestra realidad, la fuerza y la calma de una marea que nos hace seguir y regresar, seguir y regresar por esas costas donde se siente venir a la vida y cada ola es experiencia, momento, decisión, cada ola es un aprendizaje que humedece nuestra memoria y deja en ella un movimiento de espumas que surgen y desaparecen como los recuerdos mismos.

“Oh temprano albor del comenzar” compañeros y compañeras, profesores, amigos y familiares. La extrañeza de un camino que se creía terminado pero apenas inicia, como los primeros rayos de un amanecer que dibuja las sendas que decidiremos tomar. Porque este día antes que ser una graduación es la inauguración de una conciencia profesionista, una profunda responsabilidad con nuestro entorno y su necesaria transformación ética y cultural. Durante todo este recorrido aprendimos que en los aportes realizados, por más mínimos que fueran, encontramos la dicha de reinventar la realidad que nos rodea; y que en lo que quisimos hacer y no llevamos a cabo se distingue el anhelo trunco de nuestras pasiones. Ahora que los tiempos se precipitan en intensidades sociales no podemos darnos el falso lujo de creernos graduados por fuera, pero no saberlo por dentro. Graduarse por fuera con calificaciones, certificados, semestres y requisitos cumplidos, o, graduarnos por dentro al sentir y aprehender ese cambio de conciencia que brinda la preparación y se complementa con el pleno ejercicio de nuestra humanidad. No para oprimir con el conocimiento adquirido a los otros, nuestros semejantes, ni para caer en el juego cruel y soberbio de las competencias donde vergonzosamente se legitima la estúpida idea de los cangrejos que no se permiten salir de la cubeta. No para utilizar este logro como una ostentosa medalla de plástico, con el título de licenciado, sólo para engrandecerse ante el otro y olvidar por completo que ese gesto más bien habla de lo pequeño nos sentimos. Graduarse por dentro es asimilar un compromiso primero individual y luego colectivo respecto a nuestro espacio de vida. Graduarse por dentro es compartir lo que nosotros sabemos y valorar la labor de aquéllos que nos brindaron ese conocimiento. Graduarse por dentro también es ser lo suficientemente inteligente para aceptar la propia ignorancia y no utilizarla como una justificación para deslindarse de problemas. Graduarse por dentro es aceptar nuestra condición cambiante, la autodiferencia implícita en cada uno de nosotros, sin olvidarnos o hacernos ciegos de la diferencia y propia unicidad en el otro. Es más sencillo graduarse por fuera que por dentro desde luego. Pero en esta decisión está la ética que poseemos, nuestro carácter y nuestro cúmulo de virtudes.

“Oh soplo del viento”. Este aire de época que comienza a cambiar. Este veneno social y gubernamental que se respira y se enfrenta al aroma de unas mejores condiciones de vida más justas y dignas. Hay un olor a incertidumbre. La militarización del país y la búsqueda del gobierno federal para que sean socialmente aceptados los valores marciales dan una prueba de este amargo olor. Los abusos a los derechos humanos entre los que se distinguen torturas, desapariciones, asesinatos, intimidaciones, violaciones, extorsiones y un largo y doloroso etcétera reafirman este olor que pasa de ser amargo a fétido. Se percibe el hedor del fascismo. La corrupción que pervive en las instituciones gubernamentales donde funcionarios se benefician del mercado del narcotráfico hacen del aparato institucional de gobierno un enorme y pestilente tambo de desperdicios, altamente burocratizado, con salarios de primera para funcionarios de quinta, con la negativa de aplicar una limpieza de fondo al corrupto malestar que gangrena toda esperanza de bienestar social. Hoy sabemos con hechos que la llamada guerra contra el narcotráfico es una guerra del gobierno contra el gobierno, de intereses contra intereses. Hoy sabemos también que la problemática de las drogas no sólo es una cuestión de seguridad pública sino de salud pública también. Hoy sabemos con certeza la necesidad de revalorar el campo de las Humanidades ante el rechazo del gobierno federal para impulsar un desarrollo cultural digno para todos las y los ciudadanos en México. Los recortes presupuestales a universidades, museos, proyectos culturales y de desarrollo artístico, así como la demeritación de la filosofía en los programas de estudio y la bajísima calidad educativa son factores que sientan las bases para mantener a la sociedad en un estado mediocre y subdesarrollado. Un Estado donde se elitiza la educación y se celebra la ignorancia generalizada. Un Estado industrial donde la calidad de vida se fija en términos de beneficio económico a terceros. Un Estado en donde políticos han tornado en eslogans las palabras Cultura, Libertad, Democracia, Igualdad, Justicia.

Hoy más que nunca las Humanidades deben dar un gran respiro de aliento ante las circunstancias en que vivimos. Salir del letargo pesimista que se ha vuelto el síntoma depresivo de generación en generación. Las Humanidades son la médula en este tiempo de superficialidades. Filósofos, historiadores, literatos, sociólogos, comunicólogos y ciudadanos en general, la tarea que nos espera es larga pero necesaria. El cinismo con el que asimilamos nuestra lamentable situación habla de una burla hacia nosotros mismos. La cruel intensidad del lugar donde vivimos se nos aproxima día con día en cada ejecución, cada secuestro, cada acto impune. Nuestra realidad exige que la volteemos a ver. A reflejarnos en ella. Ha llegado el tiempo de decidir que soplo de viento queremos para nuestra vida, el pútrido o el esencial.

Cambio. El cambio “viene de nuevas costas”. Ya esta aquí para muchos, desnudo y evidente. Otros deciden velarlo todavía, fantasearlo como una cosa exterior, pero el cambio esta presente y se siente como escuchar el rumor del oleaje en una costa cercana. El cambio es esa costa interior que nos invita a vivir las continuas olas de la experiencia. El cambio es un movimiento de conciencia tal y como sucede ahora que nos sabemos profesionistas. El cambio, ante todo, es una apuesta de voluntad, ética que define quiénes somos, seremos y hemos sido. Y sólo nosotros como ciudadanos somos los únicos que podemos decidir si nos mantenemos en el depresivo estado de la sociedad promedio, aceptando la impunidad como una consecuencia inamovible, dejándonos llevar hasta volvernos espectadores de la ruina, o si más bien proponemos una nueva actitud ante este panorama. Una actitud que se ubique en el presente antes que estancarse en un neurótico pasado y un angustioso futuro. Una actitud que se atreva a verse a sí misma para iniciar esa indispensable autoevaluación y proyectarla hacia fuera. Una actitud que se reconcilie con su energía y se atreva a decir que No queremos vivir en un gobierno donde se privilegia la desigualdad y se violan de manera sistemática los derechos humanos. No queremos vivir en un gobierno que miente de manera constante para ocultar el espectro de su incompetencia. No queremos vivir en un gobierno que criminaliza a sus ciudadanos y utiliza discursos románticos como una vil estrategia de convencimiento. No queremos vivir bajo un gobierno que promueve el fascismo y cuyos atisbos se remarcan hasta el límite. No queremos tampoco vivir en una sociedad que acepta esta penosa circunstancia y decide mejor voltear a ver su billetera, cuenta de banco, celular y demás posesiones para consolarse así mismo y pasar por encima de los cadáveres asesinados. No queremos vivir en una juventud que se ha creído la falsa esperanza del porvenir y no se da cuenta que antes de ser los jóvenes del futuro somos los jóvenes del presente, este presente. No queremos tampoco educarnos en universidades intolerantes con sus docentes y restrictivas en el estudio de lo que ideológicamente no es aceptado. No queremos más maestros de dictar y apuntar o derrochadores de conocimiento que más que alimentar a los estudiantes los inflan como globos ególatras. Queremos la realización plena del hombre pero no como eslogan universitario sino como profunda asimilación humana. Queremos que se entienda que la realización plena del hombre está directamente relacionada con la aceptación plena del hombre sin distinguir entre género, raza, credo, estatus o ideología. Queremos libertad, dignidad, igualdad, justicia. Compañeros y compañeras de generación, maestros, familiares y amigos, las nuevas costas que vienen ya están en nosotros. Permitámonos llegar a ellas. Permitámonos que nos mojen la vida. Esta época es vital para las Humanidades y para todos. Tenemos la fuerza pero hace falta decidir la actitud de cada uno de nosotros frente a esta transición.

“Oh temprano albor del comenzar,

oh soplo del viento

que viene de nuevas costas”

Te recibo con los brazos abiertos y percibo tu calor, tu cálida brisa, tus intensos rumores de cambio. Siento venir el aliento de nuestra actualidad y cómo nos aproxima a una determinante exhalación de la conciencia. Siento el estremecerse de las estructuras y distingo las grietas en aparatos gubernamentales disfuncionales y caducos. Siento que algo está por revelarse porque se anuncia en el lenguaje extremo de los hechos. Un asombro de terrible belleza se mantiene latente y nos aguarda. Una emoción que palpita va levitando por la atmósfera y se confunde con nuestra realidad. Esta vibrante sensación se vivifica y me hace abrir los ojos hacia adentro donde logro verme al reconocer a mi prójimo, al saberlo tan contradictorio y cambiante como yo, logro verme al reflejarme en ellos y comprendo que compartimos el malestar de la muerte que siempre será una reafirmación urgente de la vida. Logro reconocerme al reconocerlos a ustedes y sé que en el fondo se intensifica este hondo presentimiento social.

“Oh temprano albor del comenzar” el de encontrarse en el límite e iniciar en él

“oh soplo del viento” que traes el aliento del cambio y brindas respiro entre la asfixia

oh susurro de un oleaje “que viene de nuevas costas” y poco a poco se va acercando a nuestro espíritu para acariciarlo

te recibimos en esta adversidad porque de ti emana la fuerza

y en nosotros se despierta a su ritmo

la necesaria voluntad de nuestra época.

domingo, 18 de octubre de 2009

Húmedo Xochimilco




(LSD: los poros abren los ojos)


Húmedo Xochimilco, húmedo y verde como mis sensaciones, húmedo Xochimilco, las plantas crecen al ritmo de la sombra y el sol, húmedo y fresco Xochimilco, húmedo y encantado de aguas verdes donde el pez ondula la forma del agua, húmedo y vivo Xochimilco, los pájaros llenan la distancia con sonidos mojados, el agua se desliza lenta, como si fuera sonámbula, humedad de Xochimilco, verde humedad de Xochimilco desnudo, calor, más humedad, mi piel de sudor junto al sudor de la tierra, mi sudor para las raíces y las raíces para mi verde oscuridad interior, húmedo y tranquilo Xochimilco, una calma corre por mi espalda como un dedo que baja, húmedo y lluvioso Xochimilco, goteante, latiendo arriba y abajo, adentro y afuera, entre la respiración de los árboles movidos por el viento, que me hace respirar a mí, y siento, como entra, el verde sabor de la humedad, su palabra en el cuerpo dilatando la intensidad de los poros, su palabra que humedece la humedad en mí, la sensación humana bajo el agua, nostalgia anfibia, nostalgia de pequeño reptil o escarabajo, húmedo y constante Xochimilco, etéreo verdor, mi piel sueña con la tuya, mi placer se mueve lento, como una hoja en el arroyo.


Jhonnatan Curiel

12/Oct/09


martes, 6 de octubre de 2009

Tuyo...



Tuyo
horizontalacostado
bebiendo de tu mano jugo de uva
durmiendo con la cara en ti
playa tú
playa con almejas expuestas y caracoles rojos
yo
soñando en ti
viviendo esta caída
en el hundimiento delicioso de las fresas sexuales
Tútútú
con el desinhibido anhelo de tu piel en otra piel
jugando al barco y la marea
al barco y la marea
al barco y la marea
atrapados en el húmedo vaivén de las posturas pasionales
ausentes y sin embargo salvajes
instintivos
despiertos y con los ojos velados
más allá del sueño
cabalgante onirismo de nuestras facciones
hasta la llegada del:

Inspirativo Arrobo de Éxtasis Fulminantemente Pasajero

orgásmicas palabras salidas de los ojos
movimiento que dice más
que dice más
pero sucede el cuerpo en el definitivo derrumbe
descanso sábana descanso
debilidad  que  llega y son necesarias las almohadas
es necesario mirarnos para agradecernos beso
antes antes
de que finalice la desnudez de este momento
y la realidad de nuevo llegue
la misma realidad de siempre
a recordarnos la hora
la fecha
el día.

Último destino




Crónica publicada en la revista LA CABEZA, edición Marzo-Mayo, número 4, Madrid, España, 2010.

(Crónica de un sábado por la noche)

Jhonnatan Curiel

Son las diez de la noche de un sábado tijuanero cualquiera. El impulso noctámbulo y la espontánea necesidad de calle hacen que uno se levante, se vista, tome su dinero y esté listo en unos cuantos minutos. Sale uno de su casa a prisa con la leyenda negra a cuestas. La certidumbre de los asaltos y las ejecuciones; los borrachos violentos de la noche. Todo se niega en la incredulidad de que nada puede pasarnos a nosotros, hemos salido a divertirnos; bajo este riesgo es necesario el autoconsuelo para seguir adelante, ya que sino, la calle persigue a paranoicos y los encuentra siempre.

Ya encaminado, pareciera que el alumbrado público parpadea sus últimos esfuerzos. Las banquetas vacías, el ladrido de los perros haciendo eco en el barrio. Tanta soledad hace caminar más aprisa hasta llegar a la avenida principal donde se espera de 5 a 15 minutos y ya está uno en el taxi azul y blanco ruta Altamira-Villa súbale todavía hay espacio, buenas noches. Se comparte el transporte en una Ford Aerostar con otras 6 personas tan anónimas como uno. Nadie habla en el camino. El taxi a oscuras luce como si llevara puras sombras a su destino. Adentro somos los pasajeros sombra.

El chofer, Caronte urbano, escucha una estación cristiana mientras maneja. El locutor habla de la vida y los sacrificios justo cuando uno de los pasajeros solicita bajarse en la siguiente esquina (una ausencia más, una sombra menos) se cobra ahí en el alto. ¿Ahí en el alto? Sí, gracias que le vaya bien. La radio sigue, el camino también. Todo se pierde en la velocidad. Las cuadras se consumen rápido. Los narcos vienen y las patrullas van, indiferentes. La parada final del taxi está cercana. Sonido de monedas, movimientos, semáforo, cuadra, semáforo, vuelta. Los pasajeros sombra nos preparamos a bajar y luego el ¿cuánto es? 10 pesitos por favor nos libera entre las calles sucias y los establecimientos cerrados; excepto las farmacias, desde luego, su ser-vicio las 24 horas es un recordatorio de que aún de madrugada, la ciudad sigue enferma. Algunos dan las gracias al chofer, otros se alejan silenciosos. No es necesario mirar el atrofiado letrero de la calle para saber que se ha llegado al primer destino.

Zona centro, Constitución entre tercera y cuarta, poca gente, mucha noche y se camina. Se debe seguir por la Constitución y cruzar la calle tercera, donde los puestos de tacos varios son el delirio de la higiene y los olores de guisos acaparan el olfato. Se ha de volver aquí cuando termine la noche, pero ésta apenas comienza, así que nada mas escuchamos el me da otro de chile relleno, por favor; sí, como no, ahí le va el de bisté ranchero acompañado de los charolazos y el vapor sube hasta desvanecerse como un fantasma oloroso.

Ya en la calle segunda, una señora homeless ha improvisado su casa a lo largo de la banqueta. Con su peinado de chongo y la piel maltratada de tanto dormir en las banquetas dice dame un peso de manera exigente mientras estira la mano y su petición, como siempre, resulta en vano. Se debe seguir y atravesar la calle primera bajo la mirada de los policías tranza y donde la prostituta dueña de la esquina negocia el cuánto cobras mija con un vaquerillo chaparro, borracho y para colmo ansioso. Sólo unos cuantos pasos más y hay que detenerse al borde del escalón. No hace falta reflexionar sobre la necesidad inconciente de calor uterino para saber que se ha llegado al segundo destino.

Zacazonapan Bar, antes llamado El Gusanito o “la embajada de Ámsterdam”. Prólogo a la zona norte de Tijuana. Lugar caliente y suavemente peligroso para los que no conocen las mañas. Hoyo poco profundo pero a final de cuentas hoyo. Hay que mostrar la credencial por mero protocolo y el junkie-guardia que custodia la entrada con desgano le dice a uno que pase. Se bajan los escalones como si se entrara a un sótano y en la rocola suena el “Take it!/ Take another little piece of my heart now, baby!” de Janis Joplin. Rápidamente uno es recibido por el junkie-mesero haciendo la pregunta de qué se beberá esa noche. Se le responde que cualquier cerveza está bien, pues a final de cuentas es cerveza y luego él junta los dedos índice y pulgar para acercarlos a su boca preguntando si uno está interesado en lo que su ademán indica (su cara indiferente, los brazos picados) se le responde con otro ademán para decirle que después, al menos que la necesidad requiera algo más intenso, la variedad es lo que sobra aquí, el tú nomás pide me lo confirma seguro.


En la rocola sigue el “You know you got it/ if / it makes you feel good” de Janis la hermosa Janis. El panorama frente a uno es una imagen de creciente calor, se respira el olor a Cloralex y Fabuloso mezclados con la variedad de humos que levitan por el bar, amargoso perfume impregnado entre la ropa, ventiladores industriales dinamizan el apeste a detergentes, marihuana y sintéticos recién salidos de los pulmones. El lugar medio vacío, aproximadamente 35 personas que platican sentados en sus mesas, luces tenues a los extremos, tan opacas como los que platican bajo ellas.

En las paredes los cuadros proyectan los encontronazos de épocas. El collage de estrellas se desarrolla consecutivo: Bob Marley fumándose un gallo del tamaño de su dedo meñique, los Doors posando en la clásica foto del desierto, Marilyn Monroe desnuda, Janis Joplin arriba de un carro tan psicodélico como ella, “Oh, oh, break it! Break another little bit of my heart, now Darling”, en fin. El anacronismo del tiempo plasmado en las paredes mientras la gente circula, los junkies-clientes pasan y se dirigen al baño. Hay miradas que te buscan para medirte con los ojos, otras que sin darte cuenta, te han encontrado desde que llegaste.

Al frente, en medio de todo, la barra brilla y su luz se diferencia de las otras. La silueta del cantinero Panchito se mueve de un lado a otro atendiendo a los clientes mientras el junkie-intendente se encarga de llevar las cajas de caguamas vacías al fondo del bar. En la rocola los Beatles comienzan su “Let me take you down/ cause im going to/ strawberry fields” al tiempo que es entregada la cerveza por el junkie-mesero. Uno se sirve la cerveza como profesional sin hacer espuma ni nada y a estas alturas no se sabe si esto es un logro, o en realidad un verdadero fracaso. Hay que decirse salud a uno mismo y beber el primer trago de la noche. Son las once ya, dentro de poco se fundirán algunos en un perderse alcoholizado. Ahora es momento de llamar al junkie-mesero y con el guiño del ojo él sabe con certeza lo que se solicita.

Cae el segundo trago de la noche, el alcohol de la cerveza sabe a un amargo descanso. El fin de semana se siente como la suave tregua del hastío. Desde el fondo del bar se ve venir al junkie-mesero que ya ha dejado de ser un junkie pues se le mira de otra manera, es el mesero amigo, una sombra más clara entre todas las sombras. Hay que tomar el encargo, pagar y dar las gracias sin decir una palabra. El “nothing is real” de los Beatles marca el momento indicado para encenderlo; dejarse llevar por las respiraciones, cálidas, entrecortadas, profundas.

Es una noche de un sábado tijuanero cualquiera, la gente comienza a llegar. Los turistas entran seguidos de algunos recién deportados y atrás de ellos un grupo de adolescentes ansiosos de caras ávidas. Todos vienen a lo mismo, a divertirse o anestesiarse bajo el estímulo de saber que aquí se puede conectar lo que sea, sin temor de que la policía se entrometa. Al fondo del bar, junto a los baños, las luces están apagadas a propósito, en los rincones se distinguen las llamas de los encendedores bajo las pipas para el Ice o Kristal y pequeños puntos de luz hacen que los cigarrillos parezcan torpes luciérnagas en las tinieblas. Desde mi asiento veo las caras iluminadas con los ojos cerrados inhalando. “Living is easy with eyes closed” dicen los Beatles. No hace falta recordarles en qué lugar se encuentran para que sepan, como yo, que han arribado a su último destino.



AC/DC LOKUST o la !Ayayay!

Lleno...




Lleno de sentirme ahogadamente lleno por una angustia infranqueable
por un estúpido presagio que no comienza pero que tampoco termina de suceder 
lleno de las palabras siempre dichas
de acariciados cuerpos y tantas horas hundidas en esas camas a la suerte
lleno de la espera
las impuntualidades sexuales
lleno de promover los maquinales orgasmos y las adivinadas caricias
lleno de todo
de lo que reconozco pero me desconoce
de las razones que busco en el esfínter de la realidad
lleno de saberme ocultamente lleno pero evidentemente derrotado
en este drama inventado en aras de la apariencia
en el color que no se escapa de la melancolía marcada
lleno de los lugares donde la cara es espalda
donde los ojos son lentas formas de morir
lleno
tan lleno
casi casi a reventar
como una boca atiborrada de insatisfechos gritos
como agrietada conciencia
que hace estallar una pequeña llaga en la felicidad
donde se expone flagrante la desnudez del hueco
y donde un afán de sombra se come a la nostalgia
como un intento de satisfacer el hambre
de vacío.

sábado, 3 de octubre de 2009

Facultad del hueco


Hurgar el amor es
arrinconarse
perseguirse
no cansarse
alcanzarse
la desesperación disminuirá poco a poco
la espalda arqueada
ojos que parten
ojos que se cierran pero luego se parten

la mirada bajará las escaleras hacia su propia oscuridad
la mirada se precipita a la orilla
¿qué ve?
nada
nada nada

junto a las sombras
bajo sus escalones
entre las aguas sucias:
-¿Es éste el erizado secreto?
-No



F: Jenny Seville


Carestía entre la avidez
el cuerpo en lucha
con las extremidades crujiendo mientras salen
y cortan
y rompen
y ciñen lo gastado 

bajo penetrantes sensaciones de madera infecta
brazos que retienen empujan y sostienen
piernas contraídas entre las astillas
torsos agobiados por las asperezas  
fatigándose más
socavando

eran la mirada la que nos mantenía cercanos
desesperados como nervios temblando de la sed
la sed que no saciaba
la sed

Raíces







Bajo la tierra se tuercen
sus últimas consecuencias
asfalto en la raíz
comprime
petrifica
mata
los nervios bajo el árbol
doloroso de la sed

entrañas que surgen de las grietas
como brazos que reclaman su propio territorio
y el cemento los contiene
y el cemento los empuja hacia abajo
para que beban a gotas
la dureza
de su asfixia



Madrugada


LUNA DE TIJUANA. Fuente: La Ch.com


Cielo muerde que su éxtasis penetra y sucumbe hacia pureza hueca mórbida emana sobre lúcidos panoramas heridos

acaecidas maneras de llorar sorbiendo sombras solícitas de robar ausentes facción-es insomnes maneras de quedarse despierto sin cansarse

hondo pronuncio
tranquilidad innecesaria entre purulentos lugares violentados
terminaciones oscuras sobre curvas y amplitudes orgásmicas
caras como sexos
nervios
ojos lamidos por esta noche sedienta de emanaciones y verdad

cielo que aúlla entre motivaciones fúnebres y cansancios relegados hacia escondrijos espirituales

huellas de sueños seccionados
súbitos amaneceres
desesperantes prisas
gargantas hundidas en su propia palabra
en su propio acumulado deseo
la deshora del desconocimiento
el momento del aroma final
esencia

pérdida de lo fortuitamente sentido en la memoria
dosis pequeñas de felicidad
aglomeraciones de imágenes hurtadoras del aliento
necesidad de besar
necesidad de amar hasta las últimas consecuencias
hasta las últimas gotas del ahogo

cielo crepita y sucumbe entre sus límites y desesperación
por unos ojos totales
que no logran abarcar la forma de su enigma
su espalda fracturada

prólogo de abismos y sombras para sentir con más fuerza
recibir con más frío
el tacto
del amanecer




Curiel, Jhonnatan, 2010, “Madrugada” (Poema), revista electrónica Espiral, no. 30, edición Octubre-Diciembre, en: http://www.revistaespiral.org/espiral_30/literatura_jonathan.htm