Flyer Jam poético musical. Diseño: Karen Márquez
MÚSICA Y POESÍA POR LA ZONA CENTRO DE TIJUANA
La idea de realizar un jam poético musical surgió a partir de una plática que tuvimos la kinky Karen Márquez, Eric Curiel, mi primo adoptivo, y yo. Hablamos sobre crear un número artístico que involucrará la conjugación del lenguaje musical con el lenguaje poético, pero esta vez llevarlo a cabo en la calle, lejos de los escenarios y los micrófonos, con la intención de intervenir la realidad cotidiana de las calles de la zona centro, y por un momento, ser capaces de subvertir su dinámica. La idea se concretó y extendimos la invitación para todos, al pie de invitación redacté unas cuantas líneas que aterrizaran la idea que se pretendía con la acción, el objetivo de esa intervención era reclamar los lugares como nuestros a partir de la fiesta, esto es, lograr apropiarnos del espacio a través de una celebración efímera que no tenía más origen que el arrebato y la espontaneidad de expresar nuestra voluntad creativa. Luego de dos semanas de postergar el evento debido al clima lluvioso, finalmente el sábado 5 de Marzo pudimos realizar el primer jam poético musical por las calles de la Zona Centro de Tijuana, en el que participaron miembros del Colectivo Intransigente, Colectivo Trenzología Fronteriza, Eric Curiel, guitarrista de la banda tijuanense Shantelle y Diego Córdoba, guitarrista de la banda San Pedro El Cortez. El registro de la acción lo realizó Checo Brown, quien es el primer creador en video que se ha dado a la tarea de articular en discurso audio visual (videos-poemas) sobre las acciones que realizamos de manera colectiva.
El día del evento, Karen y yo llegamos alrededor de la 1:30PM a la calle Constitución de la zona centro, la cita era a las 2:00PM en El Grafógrafo del Pasaje Rodríguez, y de ahí partiríamos a la recién inaugurada Plaza Bicentenario, la cual se encuentra justo al frente de la Catedral de Tijuana. Como era temprano, en el camino aprovechamos para comprar material para el evento, compramos tarugos para hacer antifaces con unas máscaras de medusa que me había encontrado hace tiempo en una farmacia, también compramos confeti y serpentinas para ir arrojando a nuestro paso. Llegamos al punto de reunión y todavía no llegaba nadie por lo que aprovechamos para ir preparando el material que llevaríamos, primero fue pegar los antifaces, luego poner pilas nuevas al megáfono, todo iba sobre la marcha y poco a poco fueron arribando los demás. Primero llegó Yarelly con sus dos hijos, luego llegó Checo e Hilda.
Mientras todos se preparaban para partir, Karen me ayudó a pintarme la cara, desde hacia meses era algo que sentía deseo de hacer pero no lo concretaba, así que el jam poético era la causa perfecta. Karen me tapo la boca y la frente con tape, luego me pintó con sus manos. La idea era pintarme la cara de Tezcatlipoca y al parecer surtió efecto porque “el señor de las trampas”, diría Checo Brown, me estuvo aventando dardos que hicieron que me equivocara en varias lecturas de los poemas y de plano se me fuera el rollo al hablar por el megáfono. Irónicamente, a veces a uno se le cumple lo que evoca.
Mientras Karen me pintaba llegó Eric con su novia, bien listo con su guitarra y la buena vibra. Era la primera vez que nos acompañaría a una acción intransigente. Unos pocos minutos después llegaron Angélica y Alberto Paz del Colectivo Trenzología Fronteriza, estábamos listos. Así que tomamos nuestras cosas y emprendimos camino.
LA PARTIDA Y EL CAMINO DE LAS PALABRAS CONFETI
Salimos del Pasaje Rodríguez en caravana, Karen llevaba un antifaz de colores, otras personas llevaban percusiones de ritmo, afortunadamente una noche antes había encontrado en el tianguis nocturno de la zona norte un pandero que me vendieron a 10 pesos y era perfecto para la ocasión, lo escuchaba sonar mientras caminábamos. A contra esquina de la Dax de la calle tercera nos detuvimos y encendí el megáfono, dije que íbamos a hacer nuestro propio carnaval esa tarde sin otra motivación alguna más que celebrar el hecho de nuestra existencia. Cuando los carros se detuvieron para dejar pasar a los peatones, comencé a caminar mientras leía un poema, así comenzaba la intervención. Sentía las miradas de la gente y el ruido tan bello de la calle. Terminé mi poema y pasé el megáfono a Alberto Paz, quien leyó uno de sus magníficos poemas. Avanzábamos al ritmo de guitarra, pandero, una percusión hecha de nueces y el ruido interminable de la ciudad. Karen gritaba ¡Vivas! con el antifaz lleno de plumas de colores. Saqué el confeti de la bolsa y lo pasaba para que cada quien arrojara un puño. Me puse hasta enfrente de la caravana y echaba puñados de confeti a la gente a propósito, la pintura fresca de mi cara ya tenía varios trozos de papel pegados, seguí arrojando hasta que las ropas de la caravana poética musical mostraron puntos de colores. A la altura del mercado El Popo seguí arrojando confeti que le caía a las canastas de dulces macizos y frutas con miel. Los colores de las piñatas y el confeti eran el mismo. Escuchaba el ritmo de una percusión más fuerte que las demás, algo así como las que utilizan los danzantes concheros, al voltear para ver quien traía ese instrumento me di cuenta que era Mavi, afortunadamente nos había alcanzado. La abracé y continuamos el camino, nuestro ánimo apenas iba en ascenso.
JAM FRENTE A LA CATEDRAL
Cruzamos la calle segunda y llegamos al frente de Catedral, en cuanto llegamos dimos una breve introducción y sin más preámbulos comenzamos la lectura. Leyó Hilda, Yarelly, Mavi, Alberto, Karen y Angélica. Un poco después llegó Daniel Sepúlveda del Trenzología Fronteriza y Crystal Pérez y también se unieron a la lectura. Luego llegó Lucressia, con un ojo pintado en el centro de la frente, se sentó a la mitad de la plaza a pintarse las pantorillas de diferentes colores. Le pasamos el megáfono e improvisó sólo como ella lo sabe hacer, capturando sensaciones de la atmósfera. Hicimos varias rondas de lectura frente a la gente que pasaba por la plaza o salía de catedral, nos escuchaban atentos y nos miraban, afortunadamente no hubo ningún problema de ningún tipo, al contrario, las personas fueron tolerantes y se acercaron a preguntar quiénes éramos y porqué lo hacíamos. Incluso escuché que alguien decía que éramos parte de un grupo religioso como el único referente de gozo que tenían para denominar lo que hacíamos, tratando de apaciguar la incertidumbre del por qué estábamos y qué hacíamos allí.
Luego de varias rondas de lectura en las que vi a Crystal leer algunos de sus poemas con el cuerpo y a Alberto correr sonriente con las manos extendidas como ave que rondaba por la plaza, propuse hacer círculo con el fin de unirnos a un solo ritmo. Eric llevaba la batuta con la guitarra mientras nosotros lo seguíamos con las percusiones o aplaudiendo. Recuerdo ver las caras de todos con expresión de alegría. Improvisábamos y cantábamos para mantener un solo eje de sonido, decíamos lo que se nos venía a la mente y con frecuencia nos equivocábamos y reíamos. Se sentía una fuerte energía en ese círculo, Checo estaba al centro grabándonos y lo miraba particularizar momentos con su cámara. Miraba los aplausos asincrónicos de Mavi pero acompañados de su melodiosa sonrisa, miraba a Alberto, Daniel, Hilda, Crystal, Karen, Yarelly, Angélica, Eric, todos unidos al son de la voluntad poética musical. A un costado de nosotros Lucressia platicaba con unos señores y tomaba fotos de manera contemplativa. A mis espaldas brillaba el sol y en ocasiones volteaba para sentir su calor en mi rostro, cerraba los ojos y me sentía feliz, sin necesidad de sonreír, solo respiraba y sentía como mis pulmones se extendían. Experimenté un momento de efímera plenitud, no necesitaba más. La dicha de estar ahí, en ese lugar, en este momento de la historia, acompañado de seres que comparten la misma voluntad que la mía, de que las cosas cambien, se transformen, destrabar nociones y enfrentar miedos, todo el arrojo que implicaba llevarlo a cabo en la práctica, atrevernos a sentirnos libres y no solo pensarnos libres. Me daba cuenta que esa era la verdadera finalidad de la intervención, al menos para mí lo fue. Ser capaces de experimentar un arrobo de plenitud creado por nosotros mismos, en el cual se derrumben nociones establecidas porque no hay momento para pensarlas, no hay tiempo para tejer las ideas porque la existencia en ese instante nos traspasa como un soplo que nos satisface. Durante esa media hora que estuvimos en círculo frente a la catedral cantando, tocando instrumentos e improvisando poesía, creamos y al mismo llevamos a su silenciosa destrucción una experiencia divina. Nuestra acción más allá de lo físico fue también espiritual y la compartimos con la demás gente, en los ojos y en la memoria de quienes nos escucharon se quedará el recuerdo no únicamente de nosotros sino del ambiente y la vibra que generamos ese día. Finalizamos la intervención frente a la catedral y todavía con ánimos, decidir ir a otra parte.
EL CAMINO DE SERPENTINAS HACIA LA CALLE TERCERA
Justo en el momento que concluimos en la plaza bicentenario llegó mi amigo de la secundaria Diego Córdoba, quien ahora es guitarrista de la banda San Pedro El Cortez. Traía una guitarra que hacía apenas unos minutos le habían prestado y se unió a nosotros mientras caminábamos. Karen iba muy contenta arrojando serpentinas a nuestro paso que horas después las vimos como un trofeo sobre la negrura de la banqueta.
De nuevo leíamos mientras avanzábamos hasta que llegamos al frente de la Dax en la calle tercera, ahí hicimos un círculo y comenzamos una nueva ronda de lecturas. Las guitarras se unían en melódicas variaciones al sonido de nuestra voz poética, tocábamos las percusiones para seguir el ritmo de las guitarras y las personas que pasaban se detenían un poco para ver y escuchar lo que leíamos, había mucho flujo de gente, los vendedores nos miraban silenciosos lanzando gritos para promocionar sus productos, había gente que se integraba al círculo donde tocábamos y leíamos. Recuerdo a una chica de alrededor de unos 14 años a quien Mavi la integró y le dedicó un poema; también recuerdo a un muchacho de unos 25 años que estuvo un rato parado junto a nosotros; una señora con sus hijas; un señor como de cuarenta años que estaba parado tras de mí; dos chicos que esperaban a sus novias, en fin. Tantas caras fugaces pero que con esperanza se llevaron un recuerdo de vida al igual que nosotros. Todos por un momento unidos a un solo ritmo y una sola voz. Para mi sorpresa vi en el círculo a Tania García quien había pasado a acompañarnos en el jam aunque fuera unos minutos. Luego de estar un rato más leyendo y tocando frente a la Dax hubo quienes necesitaban retirarse. Las señales indicaban que el evento estaba llegando a su fin y así fue. Poco a poco fuimos despidiéndonos. Nos abrazamos y felicitamos mutuamente. Habíamos concluido otra acción que era el fruto materializado por una voluntad poética colectiva. Durante las casi tres horas que anduvimos por esas calles de la zona centro de Tijuana logramos hacerlas nuestras no en el sentido común de apropiación de algo, sino más bien en el sentido de lograr alterar su ambiente y mostrar por unos instantes un relámpago de vida posible. Sembramos unos minutos de fiesta y regocijo en donde habitualmente hay indiferencia y desencanto. El jam poético musical había cumplido su cometido pero al mismo tiempo había abierto nuevos horizontes de reflexión y experiencia que algunos de nosotros percibimos. Al igual que en otras ocasiones, ese sábado 5 de Marzo de 2011 nos tatuamos a la memoria otro recuerdo de vida, el cual compartiré por siempre con todas y todos los que estuvieron ese día.
Jhonnatan Curiel
7 de Marzo de 2011
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