INTRANSIGENCIAS EN LA PREPARATORIA LAZARO CÁRDENAS (CRÓNICA)
El pasado viernes 18 de Febrero el Colectivo Intransigente fue invitado a la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas en Tijuana por parte de Hamlet Ayala, joven miembro de la sociedad de alumnos de la escuela, quien ya había escuchado de nosotros y nos había visto en acción en el Taller de Poesía en Voz Alta que realizamos de manera semanal en diferentes espacios de la zona centro de la ciudad. Él y yo, comenzamos las gestiones unas dos semanas antes hasta que por fin llegó la fecha de la presentación. Esta es una crónica de esa experiencia.
Arribé a La Lázaro un poco tarde por el tráfico, habíamos quedado de vernos a las doce de la tarde en la entrada de la escuela y cuando llegué ya estaban ahí Yarelly Cristerna y su hija. Pasaba el tiempo y nadie más hacía acto de presencia, mandaba mensajes para ver quién más iba a estar en la lectura pero nadie contestaba, quizá era por lo temprano del horario o la falta de voluntad en asistir, quién sabe. Finalmente me llegó un mensaje de la Kinky Karen Márquez avisando que ya estaba en camino. Con tres lectores para la presentación era más que suficiente para dar una muestra de la intransigencia colectiva.
Envíe un mensaje a Hamlet para avisarle que ya habíamos llegado, él fue por nosotros a la entrada y luego de pasar por los filtros de guardias llegamos a la explanada central de la escuela. Me asombró ver lo amplio de las instalaciones con tantos edificios y áreas recreativas para los estudiantes. Había mucho movimiento, nuestra presentación coincidía con el cambio de turno matutino a vespertino, alumnos iban y venían por doquier. Desde que había llegado miraba sus caras y notaba una extrañeza en ellas, como si estuvieran pasando por momentos confusos o emocionalmente ondulantes de su existencia, chicas maquillándose o platicando en grupo, chicos con sus respectivas chamarras de la escuela y excéntricos peinados, en fin. Recordé mis días de preparatoria en el CETIS 58 cuando andaba de punk, cómo me sentía en ese entonces y tantas experiencias y momentos que me hicieron aprender. Caminé de nuevo hacia la entrada para recibir a Karen y aprovechaba para fijarme al interior de los salones. Caras jóvenes que reflejaban mi propio desconcierto, pensé. Por fin llegó Karen por un lugar diferente, caminamos a la cafetería para comprar agua y nos encontramos a Hamlet, quien nos avisó que nuestra presentación sería en el audiovisual al fondo de la escuela. Afuera de la cafetería había un tremendo alboroto, alrededor de 150 estudiantes entre hombres y mujeres se amontonaban a la entrada del teatro y se apretujaban unos a otros en oleadas que iniciaban desde la parte de atrás de la fila y aplastaban a los de enfrente. Luego nos enteraríamos de que tal alboroto era porque se iba a presentar John Milton, personaje que hace hipnosis o algo parecido. Ahora que lo pienso me imagino a un zombie hipnotizando a otros zombies, a veces está bien aceptar lo zombie que hay nosotros, no cabe duda que en gustos se rompen géneros. Nos alejamos de ahí.
Atravesamos la explanada de la escuela y llegamos al audiovisual, a nuestro arribo un profesor de unos 50 años de mediana estatura y con su barba canosa de marinero nos recibió, fue muy amable con nosotros, luego nos enteramos que se llamaba Enrique Briseño López y era coordinador del área de bienestar estudiantil. El audiovisual poco a poco se fue llenando de estudiantes perfilados en literatura. Hamlet se encargó de llevar a dos grupos de cuarto semestre. Karen, Yarelly y yo nos subimos a la mesa para instalarnos. Acomodamos algunos números de la revista intransigente y ejemplares de Kodama Cartonera utilizando las bolsas de mano de ellas como stands. Hubo dificultades con el micrófono pero no importaba, dimos inicio a la presentación.
Luego de agradecer la invitación, me puse la capucha de sicario poético y caminé frente a la mesa, ahí levantando las manos hacia el techo recité un poema destructivo. Me sentía lleno de emoción, era la primera vez que nos invitaban a una prepa y había que aprovechar el espacio, no había tiempo para formalidades. Cuando terminé di una brevísima explicación de quienes éramos y por qué estábamos ahí. Les platiqué sobre los orígenes del colectivo y las diferentes actividades que habíamos realizado hasta la fecha. La mayoría estaban muy atentos escuchando hablar de poesía a un encapuchado, tanto estudiantes como profesores tenían los ojos fijos en la mesa y fui detallando algunas actividades como la lectura nudista, poesía desde la azotea para desorientar a los carros, erecciones políticas, entre otras. Se escuchaban risas y comentarios entre ellos, al parecer era una charla agradable. Luego de este rápido resumen de eventos y proyectos, dimos inicio a las rondas de lectura. Leeríamos uno y uno cada quien, pasó Karen, después Yarelly, luego yo otra vez. Hicimos alrededor de tres rondas de lectura, cada poema dejaba una resonancia en el espacio y los asistentes aplaudían en respuesta a la intensidad. Karen y Yarelly se desenvolvieron de manera espléndida en sus lecturas, hacían comentarios y daban consejos a las personas que estaban interesados en escribir, los animaban y mostraban su sinceridad y convicción con el ejemplo de su voluntad activa.
Luego de nuestra tercera ronda de lectura, invitamos a los asistentes para que leyeran frente a sus compañeros, fue ahí donde comenzaron a manifestarse los poetas misterio. Primero habló un chico de unos 17 años desde su asiento, había hecho un poema corto de ese instante en el audiovisual y cómo se sentía. Me dio un gusto tremendo que se atreviera a hablar, luego de su participación les comenté sobre cómo a través del ejercicio poético uno era capaz de capturar ideas o sensaciones que flotaban en el ambiente para materializarlas en palabras. Después de él, le siguió otro chico como de unos 18 años que subió hasta donde estábamos nosotros, leyó un bello poema que imagino era para una chica. El poema lejos de ser cursi era sencillo en su contenido pero evocaba sensaciones profundas y detalladas, además de que su ritmo de lectura era impecable, se notaba que ya había encontrado una voz poética propia y la estaba ejercitando; aplaudimos y lo felicitamos cuando finalizó su lectura. Luego siguió una chica de unos 17 años, llevaba el pelo suelto ondulado y de color café castaño, ella subió al micrófono y leyó sus poemas desde el celular, algo frecuente hoy en día con las innovaciones tecnológicas que traen de todo en el aparato. Su lectura fue entrecortada, quizá por los nervios, pero continuaba leyendo muy segura de sí misma y de su poema. Cuando terminó nos dijo que tenía muchos y quería leer otro, a lo que dijimos adelante. Su segundo poema fue bastante intenso, trataba sobre la creencia en Dios y las implícitas contradicciones que esto conlleva para cualquier individuo. Me gustó mucho su participación y de nuevo todos aplaudimos cuando finalizó. Luego de las lecturas de los y la poeta misterio, iniciamos una última ronda intransigente.
Faltaba poco para que termináramos la presentación y aproveché mi turno para saltar hacia los corredores del audiovisual, caminé alrededor de los asientos de alumnos y profesores gritando el poema. Me puse justo en la parte de atrás de ellos y leía a sus espaldas. Buscaba alterar el espacio, que percibieran al poema no solo al frente sino a los lados, atrás de ellos, siempre cerca, no era una metáfora. Rodeé los asientos y caminé de nuevo hacía la mesa. Fue una manera diferente de finalizar la lectura. Casi al terminar, el profesor Enrique Briseño compartió unas sinceras palabras para todos los alumnos, se notaba su entusiasmo al alentar a los jóvenes para que vieran su propio potencial y se atrevieran a hacer cosas como las que realizamos en el colectivo. Habló sobre el deterioro del sistema social y cómo los jóvenes tenían un papel protagónico para transformar esta situación.
La presentación concluyó con un efusivo aplauso y se miraban algunas caras contentas y otras extrañadas por lo que habían presenciado. Algunos alumnos se quedaron para platicar y felicitarnos. Junto a Hamlet y el profesor Enrique Briseño, prometimos volver pronto para llevar más intransigentes y más intransigencia a su escuela. Nos fuimos contentos por la energía que sentimos durante la lectura al saber que una vez más habíamos cosechado otro momento inolvidable gracias a la poesía.
18 de Febrero de 2011
Jhonnatan Curiel
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