CRÓNICA DE UN FIN DE SEMANA TELÚRICO: LECTURA DE POESÍA EN MERCADOS, RUTA INTRANSIGENTE Y TENDEDERO DE POEMAS EN PUENTE DE LA 5 Y 10.
3 Y 4 DE FEBRERO DE 2011
LECTURA DE POESÍA EN MERCADOS
Fin de semana telúrico. El viernes 3 de Febrero hicimos la primera acción conjunta del proyecto Orquesta Eléctrica, convocado desde el DF por Gerardo Grande y al que se unieron poetas de Cuernavaca, Puebla, Mazatlán, nosotros los intransigentes acá en Tijuana, y por supuesto del poetas del propio DF. La intervención que haríamos: Lectura de poesía en mercados.
Acá en Tijuana nos quedamos de ver a las 5:30 PM afuera de La Catedral en la zona centro, en la recién inaugurada plaza bicentenario, una plaza que da tan sólo una probadita de las obras que se podrían hacer con recursos públicos organizados para el beneficio de la gente. Yo andaba con síntomas de resfrío y pase a la farmacia por medicina. Llegué a la plaza y ahí estaba Pablo bien puntual, con un frío calador y él únicamente en camiseta. Unos minutos después llegó Lucressia, Daril, luego Mavi y Mara. Estábamos listos para emprender el camino. Nos dirigíamos a la lectura y Mavi sugirió antes subir al campanario de La Catedral, no sé cómo descubrió que se podía subir a ese lugar, una vista hermosa de la Tijuana fea. Subimos acompañados de un policía muy amable, se llamaba Miguel (como el arcángel), no nos hizo preguntas, se limitaba a contemplarnos mientras caminábamos por el techo de la catedral y nos tomábamos fotos. Cruzamos por tablas estrechas al campanario, platicamos y reímos sosteniendo las cuerdas que podrían hacer sonar las campanas. Les platiqué de una anécdota que escuche de un amigo que decía que la primera música que hubo sobre la tierra fueron las campanas que tocaban los ángeles. Todos expresamos la emoción que sentíamos de estar ahí, en un lugar tan simbólico para toda la gente. Estar frente a las campanas me hizo pensar en la música, caminamos curioseando un poco más, ya era de noche y en el cielo claro palpitaban las estrellas en un azul congelado, bajamos del campanario y fuimos al mercado para la lectura.
Tomé el megáfono y mientras caminaba al fondo del mercado municipal de Tijuana di una introducción de quienes éramos y lo que haríamos. No había tanta gente ya, quedaban los empleados, meseras jóvenes y señoras, vendedores de flores, niños corriendo y saludándonos curiosos. Iniciamos la lectura con el megáfono intransigente, se notaba una extrañeza en la expresión de la gente. Los niños escucharon toda la lectura y miraba sus brillantes ojos, volteaba y veía a la gente del mercado desde sus puestos escuchando los poemas. Leí un poema sobre los empresarios y un señor me preguntó que para qué leía eso si en ese lugar nadie era empresario, se notaba algo preocupado o contrariado, quizá tenía problemas de dinero. Luego de permanecer parado ahí con nosotros se fue al fondo de su tienda de flores y nos dejó leer. Los niños, una pareja, la gente que pasaba y el espacio completo era nuestro público, también le leíamos a la arquitectura. Poco después llegó Estela, luego Tania, cada quien leyó un poema y dimos por terminada la lectura para alcanzar a ir a otro mercado.
Lucressia. Foto: Tania García
Contra esquina de la catedral está el mercado El Popo, uno de los primeros mercados que hubo en la ciudad y donde se encuentra el primer reloj público, hoy en desuso pero que se mantiene como una máquina de nostalgia para agradar la mirada. Este lugar lo recuerdo desde hace años por las dulcerías llenas de abejas y el penetrante olor a queso y especias de diferente tipo. En el tiempo que anduve vagando por la ciudad caminé en este mercado que se encuentra dentro de un pasaje en L que comunica la avenida constitución y calle Segunda. En este mercado también se venden productos naturistas y esotéricos, santos de diferentes tamaños (según la necesidad), hierbas, figuras de la santa muerte, inciensos, granos, veladoras, en fin. Entramos por el lado de la avenida constitución con megáfono en mano, éramos una caravana que irrumpía mientras los empleados limpiaban y la gente que pasaba ahí para hacer sus últimas compras, nos ubicamos a la mitad y comenzamos a leer, dijimos unas cuántas palabras y pensé en l@s poetas giraluna en el centro de la atrofiada república que es México, todos unidos bajo una sola voluntad y llevándolo acabo, “Orquesteros explotando antes de apagarse” a la música que nos aguarda en el “Nuevo Mundo”. Creándolo dentro de nosotros a cada instante al cantarlo y delirarlo con la libertad de nuestra palabra, la libertad de nuestra acción. Comenzamos la lectura y algunos empleados del mercado intentaron censurar la lectura de Tania, decían que leyera otra y se burlaban, ella se había puesto nerviosa y no entendía lo que había escrito en su libreta de los delirios, les reclamo también a ellos, se sentía una vibra tensa y el desgano se hacía presente como una masa invisible. Yo estaba sentado junto a Aurelio y Aimée, veía a nuestro alrededor, una niña como de 7 años le ayudaba a su papá limpiando verduras junto a nosotros, también estaba un señor de mandil blanco, tras unos costales de grano escuchando lo que decíamos bajo las piñatas con listones de colores y los empaques luminosos de los dulces. La gente pasada extrañada, los vendedores de los locales escoba en mano se detenían y nos miraban, la tensión se iba relajando, entre nosotros escuchábamos atentos intercambiando miradas de complicidad, sabíamos la implicación de nuestro acto, estábamos en un mercado declamando poemas, los inciensos y los santos tétricos eran nuestro mejor público, la santa muerte dejaba la guadaña a un lado y se sentaba a escucharnos sin capucha, las gigantes velas de colores incendiaban las piñatas, todo ocurría en algún momento cuántico de este universo, mientras nosotros con la poesía, alterábamos la realidad y las energías de un mercado donde las transacciones mecánicas del sistema económico entretejen la rutina y hacen de las vida una superficie plana donde caminan los años sin variación alguna. Luego de Mavi, fui el último en leer para concluir la lectura, dije el poema de La música es nuestro afrodisiaco, dedicado para mi kinky girl. Nunca había gritado tanto durante una lectura, me puse eufórico y hacía sonidos sexualizados sin parar Ah! Ah! Ah! Ah! Ah! Los empleados que antes censuraron a Tania ahora se unían a la lectura gritando también, gritos orgásmico poéticos mientras se elevaba una intensidad transparente y ese instante se enganchaba a una sensación precisa, de liberación frenética, de éxtasis vivencial.
Cuando terminé la lectura me carcajeé y sentí que me había lastimado la garganta de tanto gritar, lentamente se acentuaban los síntomas del resfrió pero había preferido la poesía medicinal. Finalizó la lectura y nos despedimos contentos. Mientras iba hacia mi taxi a las 7 de la noche, miré al cielo, estaba la luna menguante como una sonrisa celeste. Imaginé que al filo de esos cuernitos celestiales, danzaban los ojos de todos l@s muchach@s giraluna.
RUTA INTRANSIGENTE
Mavi a punto de hacer la manta. Foto: Checo Brown.
4 de Febrero. Nos citamos en El Grafógrafo del Pasaje Rodríguez, una de las bases de operaciones del Colectivo Intransigente donde llevamos a cabo el Taller de Poesía en Voz Alta, organizamos sesiones de los Debates Exotéricos y hacemos presentaciones editoriales. Al llegar me encontré con Checo Brown, quien haría el registro de la acción de ese día. Él se había encargado de tomar fotos y crear el video de nuestra última acción, la cual se tituló Mis Alas Son Poemas y fue una intervención poética con mantas y megáfono en una glorieta de la zona comercial de Tijuana, leímos a los pies de la estatua de Cuauhtémoc. Checo creó un video de la acción que pueden encontrar bajo el mismo título en Youtube.
Fuimos a comer a un lugar para cargar energías antes de salir a la intransigencia. Llegó Daniel de Trenzología Fronteriza, colectivo que también participaría en esta intervención. Un poco después llegó Mara, luego Alberto trenzólogo, pusimos manos a la obra. Nos instalamos frente al Grafógrafo y desplegamos una manta en blanco, teníamos qué decidir la frase para pintar. La lectura de ese día la dedicaríamos a Yaxkin Melchy por su cumpleaños. Alberto propuso que dijera “POESÍA EN MOVIMIENTO”; me pareció bien pero sentía que algo faltaba. Propuse que dijera “POESÍA EN MOVIMIENTO AL NUEVO MUNDO” en alusión a la obra poética del “sol verde” Yax, todos coincidimos. Luego de titubear haber quién hacía la manta hizo su entrada triunfal por el pasaje Mavi, venía vestida con falda y botas vaqueras, hermosa como siempre. Y ella, en plena evocación de su experimentado pretérito con las latas de spray, se aventó la manta en menos de 5 minutos y le quedó clara y hermosa, ahí estábamos ya, listos para partir, cuando nos dirigíamos a la salida del Pasaje nos alcanzó corriendo Andrea Carrillo, poeta filósofa de once años quien asiste al taller de poesía y participa en nuestras acciones. Estábamos todos, partimos.
Andrea Carrillo. Lagartija poeta. Foto: Checo Brown
Caminábamos por la avenida Constitución hacia la calle segunda de la zona centro de Tijuana. Iba Mavi, Daniel, Alberto, Mara, Andrea acompañada de su mamá, Checo documentaba mientras yo buscaba el camión para subirnos. Tomaríamos el de la ruta 20 de Noviembre para bajarnos casi al finalizar la avenida Paseo de los Héroes y caminar dos cuadras arriba al bulevar Díaz Ordaz (feo nombre para un bulevar, quedaría mejor como funeraria). Llegó nuestro camión y subimos todos presurosos, pedí permiso al chofer para leer y accedió, nos instalamos hasta la parte de atrás. Inicié con una breve presentación megáfono en mano en la que decía que éramos del colectivo intrasigente y colectivo trenzología fronteriza; que nos sentíamos con el impulso de compartirles poemas y esa era la razón por la que estábamos ahí; que no buscábamos su dinero sino crearles nuevas sensaciones. La gente nos miraba de reojo hasta que comenzamos a leer y hubo personas que se acomodaron en sus asientos para escucharnos a todos, leyó Mavi, Andrea, Alberto, Daniel, luego yo. Cada uno dotado con la particularidad de su universo poético. Andrea leyó un bello poema sobre quebrar las reglas, todas las lecturas fueron cálidas y al mismo tiempo fuertes, algunas personas en el camión se animaron a aplaudir. Un señor mayor se sentó junto a nosotros y nos miraba con una expresión entre curiosa y contenta. Una muchacha de unos 25 años que parecía oficinista estaba también junto a nosotros y quería sonreír ante lo que escuchaba pero le ganaba la pena. Hicimos dos rondas y cuando iniciamos la tercera llegamos a nuestro destino. Antes de bajarnos Mavi tomó el megáfono y les recordó el nombre del colectivo además de invitarlos al Taller de Poesía en Voz Alta. Dimos un aplauso final y descendimos a la acera, tomamos camino hacia el bulevar. Una cuadra más adelante se nos unió Karen (kinky girl). La recibimos todos contentos. Nos detuvimos para comprar una nieve y Alberto de trenzología fronteriza nos avisó que se tenía que retirar para ir a su trabajo, aprovechó su hora de comida para alimentarse de poesía, dieta divina, nos dejó sus poemas para recitarlos a los pasajeros en el camino que nos restaba.
Luego de nuestra parada infructuosa en la nevería continuamos, Mavi sentía mucha hambre y no logró pedir nada por la cantidad de la gente en el local. Seguimos nuestro camino platicando y riendo, disfrutando ese momento único, alimentando nuestra vida de recuerdos como ese, estar ahí, rodeado de creadores pasionales que aman lo que hacen y con la voluntad y el arrojo de generar movimiento de partículas en esta realidad llena de espesuras e inercias. Aguardamos el camión a las afueras de Hellvista Telvista y luego de reincorporarnos nos subimos al primero que pasó. Nuestro destino eran los puentes peatonales de la 5 y 10 que están al lado de la clínica del IMSS. Nos instalamos en la parte de atrás y comenzamos de nuevo, cada quien con diferentes poemas. Unas cuadras más adelante se subió un señor de unos 50 años, se notaba que venía del sur por sus rasgos. Atento escuchaba cada uno de los poemas, aplaudía junto a nosotros y animado platicaba con la mamá de Andrea. Por su parte Andrea nos dedicó un poema sobre una sirena a mí y a Karen, también leyó textos del poemario Sakura de Aurelio Meza. Mavi y Daniel leyeron textos propios y de Alberto Paz, Karen leyó un poema de éxtasis kinkylicious, Checo registraba con su cámara de video nuestra lectura y Mara tomaba fotografías. Los pasajeros volteaban extrañados, el señor de 50 años continuaba interesado. Casi al llegar Mavi encontró un poema colectivo en su libreta, dijo que no sabía de quién era, en eso el señor que nos miraba alzó la voz y dijo que ese poema era de él. Mavi lo leyó y aplaudimos. A una cuadra de nuestro destino nos despedimos de los pasajeros y el señor que nos había escuchado durante la lectura nos agradeció por nuestras palabras y nos invitó a continuar haciéndolo. Fue emotivo y sincero en lo que dijo. Me tendió la mano y la apreté, le pregunté que cómo se llamaba y me dijo que Cuauhtémoc. Todos quedamos asombrados, rápidamente le platicamos que hacía dos semanas habíamos hecho una intervención en la estatua a Cuauhtémoc en la zona río. El se limitó a reír. Bajamos contentos y llenos de energía por la gran señal había llegado a nosotros. Imaginé que ese señor en verdad era el espíritu de Cuauhtémoc que se nos presentaba a manera de agradecimiento y dándonos ánimo para seguir adelante. Reímos y cada uno en su pensamiento reafirmaba la no casualidad.
Al entrar en el túnel peatonal de la 5 y 10 decidimos hacer una lectura ahí. Mavi recordó cómo esos locales le pertenecen al Instituto de Cultura de Baja California (ICBC) pero están ventajosamente arrendados a José Galicot, un empresario de esos que están incrustados como garrapatas a la bestia política mexicana y aprovechan cualquier oportunidad en los maliciosos despistes de la bestia para engordar sus bolsillos, mochada corrupta a terceros beneficiarios claro está. El punto es que decidimos hacer una lectura en ese lugar lleno de zapaterías, farmacias, tiendas de dulces y puestos de venta de teléfonos celulares. Extendimos nuestra manta bajo la mirada de los transeúntes y la gente de los locales, “POESÍA EN MOVIMIENTO AL NUEVO MUNDO” al menos eso daba una pista de nuestra presencia ahí. Cada quien leyó un poema, registramos en foto y video, plantamos nuestra semilla presencial y dejamos un tatuaje de poesía transparente en el espacio. Salimos de ahí en dirección al puente peatonal.
Subimos esquivando vendedores y repartidores de flyers, gente apurada, con uniforme o sin él, cargando bolsas del mercado, chicas en grupo, jóvenes parejas, familias que transitaban ese día por ahí. En la parte de arriba del puente había vendedores ambulantes. Nosotros nos acomodamos a la mitad y extendimos nuestra manta. Saqué hilo verde y Daniel me ayudó a amarrarlo de lado a lado para colgar los poemas, las personas esquivaban con la cabeza nuestra pequeña telaraña de hilos, todos juntos comenzamos a colgar los poemas e invitábamos a los peatones para que se llevaran el suyo. Cuando terminamos de acomodarlos era una imagen hermosa ver a los poemas colgando y meciéndose en el viento, poemas en vaivén y luego tomados por extrañas manos que lo experimentarían. Nosotros leíamos de nuevo con nuestro megáfono, textos propios, de amigos, todo contaba. No nos cansábamos de invitar a la gente para que se llevara su poema. Mara hasta desarrolló un tono cantadito de anunciante, bella merolica de la poesía haciendo promoción en ese acontecer universal. En algunas ocasiones les ayudamos a las personas a removerlos porque se quedaban atorados entre el clip y el trozo de hilo. De nuevo esa miraba de extrañeza en los ojos de la gente, algunas personas pasaban indiferentes, otras se detenían un poco a escuchar, algunas desde la entrada al puente nos contemplaban para luego continuar su camino, nosotros leíamos llenos de euforia. Hubo un momento en la participación de Karen que pasó una señora mayor de pelo blanco, baja estatura, empequeñecida por la edad tal vez, al parecer sufría de alguna enfermedad en la piel porque en su cara parecía tener una gran quemadura. Se acercó de manera repentina y decía algo, su actitud parecía denotar que no le gustaba lo que veía. Apuntó a la cara de Karen y parecía que iba a empujarla, yo me acerqué a ella y me interpuse entre las dos, algo balbuceo. Nadie de nosotros entendió nada y seguimos con la lectura. Asumimos la lección. No cabe duda que si intervenimos la realidad, ella también tiene sus maneras azarosas de intervenirnos a nosotros.
Preparando el tendedero de poemas. Foto: Checo Brown
Estuvimos alrededor de una hora en el puente con nuestro tendedero de poemas, ahora la gente se iba animando a tomarlos por su cuenta. Parejas de novios se detenían para llevarse uno, grupos de niñas, adolescentes, señores bigotones y madres de la mano de sus hijos. La gente más alta invariablemente tenía que agacharse para no quedar atrapada en el hilo verde. Los poemas aleteaban con las ráfagas de aire invitando a que manos extrañas los tomasen. Era momento de dar por concluida la lectura y partir. Dejamos el tendedero con los poemas al aire. Recogimos la manta, tomamos nuestras cosas y bajamos.
A nuestro regreso la mamá de Andrea nos compró pan para todos. Era como el pan de las ofrendas, suave y dulce para nuestros cuerpos cansados, digno alimento después de ese ritual urbano poético. Caminamos hasta la parada del camión que nos llevara al centro. Ahora la fatiga comenzaba a manifestarse en nuestro andar luego de tanta liberación de energía. Mientras íbamos de regreso me hundí en el asiento del camión junto a Karen y tan solo me dejaba llevar. Los síntomas de resfrío se manifestaban de nuevo en mi cuerpo pero no eran ningún impedimento para seguir platicando. A momentos sonreíamos y luego nos quedábamos pensativos. Mavi tomaba fotos adentro del camión. Checo nos compartió cómo su cámara falló varias veces al momento de grabar a la Lagartija Poeta (Andrea), quizá tanta electricidad humana no la soportaba mucho tiempo una máquina. Daniel platicaba con Checo. Mara iba en el camión con un amigo que se había encontrado. Karen descansaba al lado mío. Pensaba en cuántos recuerdos dichosos junto a ellos y tantos otros más, cercanos o lejanos pero viviendo y experimentando con todos los poros esta época. Les agradecía con la mirada y el pensamiento por compartir su voluntad creativa conmigo. Afuera atardecía, los colores en el cielo eran el mejor regalo a nuestra acción. Un agradecimiento natural del cielo a nuestros ojos, nuestras vidas. Así concluyó la primer ruta intransigente de este año que se siente como la cresta de una ola a punto de caer.
Tijuana. 5 de Febrero de 2011.
Jhonnatan Curiel