Pasado un tiempo luego de nuestra travesía por el desierto rumbo al encuentro “Horas de Junio 2011” en la ciudad de Hermosillo, Sonora, hago un rewind en mi memoria con la intención de compartir una crónica de lo sucedido, días en que las risas, los maltrips, las presentaciones poéticas, el regocijo y la calidez de las personas que nos recibieron, hicieron de esta odisea un viaje lleno de momentos dichosos, aprendizaje, disgustos, locura, pero sobre todo, satisfacción por haber compartido junto a decenas de escritores y músicos días enteros de placidez que llevaré en la memoria.
LA PARTIDA
Quedamos de vernos el miércoles 1 de Junio a las cinco de la tarde en el estacionamiento de Plaza Río, centro comercial que quedaba relativamente cerca para la mayoría y donde podríamos acomodar nuestro equipaje en el vehículo que nos llevaría hasta Hermosillo. Se trataba de una panel para 12 pasajeros que rentamos con el apoyo de todos y gracias a las gestiones de Mavi. Ella se había encargado de la organización mandando correos y correteando a la gente que faltaba de pagar para costear los gastos del viaje, labor que nadie más asumió y todos dimos por hecho que el carro estaría listo para fluir. Mavi bautizó la panel con un letrero que decía (obviamente) “Panel Intransigente”, fue lo primero que vi cuando llegué al punto de encuentro.
Sentía una especie de cosquilleo emocionante en el estómago por el viaje y también presentimientos confusos a lo que no quise prestar ninguna atención. Al poco tiempo fueron llegando los demás y de un momento para otro ya estaban listos Daril Fortis, Lucressia Bravo, Mavi Robles-Castillo, Luna Mondragón, Néstor Robles, Claudia Solórzano, Luis Gastelum, Stefanie Bórquez, Cesar Alcaráz, Sandra Velázquez, Alberto Paz y yo. Aún faltaba pasar por dos personas más. Iríamos 14 en total. Luego de despedirnos de los respectivos amores (ahí estaba mi kinky Karen Márquez, Esteban Velázquez, la novia de Sandra y Aimée Vázquez quienes habían ido a desearnos buen viaje) salimos rumbo a la caseta de Tecate con la emoción de una travesía que apenas comenzaba. Cerca de la caseta nos estaban esperando Yohanna Jaramillo y Patricia Villegas, estábamos listos ahora sí para lanzarnos al camino. Al pasar la caseta de couta, el plan era no detenernos hasta llegar a San Luis Río Colorado. Una amiga de Luna nos hospedaría en su casa para pasar la noche.
LOS PRIMEROS KILÓMETROS
La panel intransigente iba fluyendo bien durante los primeros kilómetros de nuestro recorrido. Pasamos por Tecate admirando el paisaje. Atardecía, las piedras y cerros se coloreaban de rojo. Habíamos logrado acomodarnos entre tanto equipaje; algunos escuchaban música, otros escribían, leían o platicaban a gusto. También íbamos tomando brebajes alcoholizados y fumando. Era agradable estar entre todos, con algunos de ellos ya me había tocado viajar al encuentro de Navachiste en Sinaloa ese mismo año, y con otros era la primera vez que viajaba. Ahora comprendo cuánta razón tiene aquella frase popular que dice que “Viajando se conoce a la gente”. Pero como apenas era el preámbulo de la travesía todo me parecía de lo más agradable.
Pasamos por el Hongo y nos fuimos acercando a la Rumorosa. Cuando íbamos a la altura de donde se encuentran las hélices de fuerza eólica vimos una extraña nube que se veía a la distancia. Era gigante, de color entre rosa y gris, tenía una forma ovalada y unas sombras muy raras en el centro y a su alrededor. A todos nos parecía inusual porque era la única nube en todo el cielo y su particular forma nos llevó a hacer comentarios de que se trataba de una nave nodriza. Yo me quedé pegado a la ventana durante unos 20 minutos hasta que los cerros obstaculizaron mi vista. ¿Qué era esa extraña nube en el cielo? Me gustó pensar que quizá era un OVNI que les gustaba visitar la rumorosa porque les recordaba a su planeta.
Llegamos al poblado de las piedras gigantes de noche, nos detuvimos en la panadería famosa para comprar un bocado, aprovechar para tomar café y estirarnos un poco. Desde ese lugar las estrellas parece que brillan con más intensidad, era cálida la noche y luego de unos minutos volvimos a la autopista.
Cuando entramos a la rumorosa Mavi manejaba con cautela entre los trailers que bajaban endemoniados y bordeaban las curvas. La mayoría de nosotros admirábamos las piedras y compartíamos su silencio. A pesar de la noche, alcanzábamos a ver los horribles barrancos invitándonos a la muerte y las luces de los automóviles a la distancia haciendo zigzag por el camino. Cuando salimos de la rumorosa nos esperaba el retén militar. Bajamos de la panel intransigente para que la revisaran, el viento soplaba fuerte y caliente, había ráfagas de polvo que se levantaban en remolinos y eran iluminadas por los faros de los otros carros. Poco después nos largamos de ese lugar y una hora más tarde habíamos llegado al límite fronterizo entre Baja California Norte y Sonora. Arribamos a San Luis Río Colorado a las once y media de la noche.
NOCHE EN SAN LUIS RÍO COLORADO
Cansados pero contentos por las primeras horas del viaje, llegamos a la media noche a la casa de una chica muy amable amiga de Luna Mondragón. Estábamos haciendo un escándalo en la calle y decidimos que era mejor ir en busca de un bar. Primero llegamos a uno cargados de euforia pero al parecer no les agradó nuestra presencia a los lugareños. La mayoría señores y señoras nos miraban raro y percibí que les incomodaba nuestra presencia. Lo que sí recuerdo es que platicamos muy a gusto entre nosotros acerca de la esquizofrenia y si entraba dentro de la lógica social y sus preceptos morales. Tuvimos puntos de vista diferentes y fue agradable la plática.
Luego de acabarnos las jarras de cerveza visitamos otro bar donde había muchos más jóvenes, pero la mayoría estilo manguera, buchoncillos, etc. Al entrar al lugar, todos nos siguieron con la miraba como diciendo “y estos bichos raros de dónde salieron”. La música estaba fatal y el alto volumen servía para disfrazar los disparates que uno llega a decir cuando anda borracho. Recuerdo que esa noche tuvimos una plática muy rica Stef y yo, me dio gusto intercambiar ideas y experiencias con ella. Luego de un rato, pienso que ese lugar bajó las energías de todos y a las dos de la madrugada nos fuimos a dormir. Al llegar a la casa de la chica miré mi celular y tenía un mensaje de mi kinky Karen avisándome que su papá había fallecido por la tarde, sentí tristeza de no poder estar con ella. En ese momento pensé en regresar a Tijuana al día siguiente. Esa noche soñé con Karen.
AUTOPISTA COSTERA
Después de la difícil noticia estaba en la paradoja de regresar o continuar el viaje. La mañana siguiente hablé con Karen y tomé la decisión de seguir rumbo a Hermosillo, ella estuvo de acuerdo. Durante todo el viaje estuvimos en contacto por mensajes o llamadas para animarla y enviarle fuerza. El valor con el que enfrentó esta situación me pareció de lo más admirable. Su valentía frente a lo sucedido fue un ejemplo a seguir para mí y para muchos. En continuas ocasiones nos acordábamos de ella y le mandábamos energía.
Luego de un corto sueño de no más de 4 horas, nos levantamos a las 6 de la mañana con una ligera resaca de la noche anterior. La familia de la casa que nos alojó nos trató de lo lindo y cuando despertamos ya había café, pan dulce y refrescos para todos. En media hora ya estábamos todos arriba de la panel intransigente listos para fluir al desierto. Agarramos camino de San Luis Río Colorado rumbo a Puerto Peñasco y tomamos la carretera Costera donde se conectan el golfo de Santa Clara y el desierto de Sonora. Recuerdo los bellos paisajes que nos rodeaban y la amplia gama de colores en el horizonte. El agua cálida del golfo y el calor de la arena desértica en una fusión natural que antecede a lo humano. Estar en ese lugar me hizo sentirme como si anduviera en Marte. Cerros y más cerros ondulando sus colores pardos, el cielo azul claro jugando con el azul oscuro del mar, la poca vegetación en el paisaje y un calorón como para tirarse en una hamaca a la sombra de un árbol, pero no había más vegetación que saguaros y arbustos llenos de espinas. Algunos íbamos admirando el paisaje, otros dormían o escuchaban música en sus audífonos; recuerdo a Sandra componiendo una canción y escribiendo notas en un cuaderno; recuerdo a Lucressia bien conchitas en la parte de atrás pintando sus cuadritos, todos concentrados en lo suyo. El silencio al interior de la panel era un homenaje a la música en susurros que brotaba del desierto. Hicimos una parada para descansar y luego nos dirigimos hacia la salida de Caborca. El calor aumentaba a cada minuto, apenas iba a ser mediodía. No sabíamos lo que nos esperaba más adelante.
LA ADUANA EN CABORCA
Todo iba bien hasta que llegamos a la aduana del Servicio de Administración Tributaria (SAT) que se encuentra en la salida de Caborca. El semáforo nos tocó en verde y nos orillaron para revisar los documentos de la panel intransigente. Unos minutos después se acercó un oficial y nos dijo que el carro era fronterizo y necesitábamos un permiso para internarlo más allá de ese punto. Nos dijo que si no traíamos ese documento el vehículo sería confiscado de manera precautoria y aplicarían una multa. De los 14 pasajeros que íbamos nadie sabía de ese dichoso permiso. Primero le pidieron las llaves a Mavi y luego la llamaron para que hablara con otros agentes aduanales. Adentro de la panel nosotros estábamos preocupados y hacíamos comentarios positivos con la esperanza de que nos dejaran ir. Cuando Mavi volvió, me sugirió que tal vez el agente lo que quería era dinero, “Unos 500 pesos”. Cuando me subí a la panel para decirle a los demás cuál era una de nuestras opciones, que ni siquiera era segura pero habría que considerarla, les dije que si lo que quería era dinero se lo diéramos, en mi lógica pensé que era el costo del dichoso permiso y en realidad no nos afectaba nada entre los 14 viajeros que íbamos. Al decirles esa opción Yohanna se alteró y dijo que hacer eso iba en contra de lo que creía, que entonces de nada servía lo que escribíamos y me increpó que si para eso andamos gritando poemas en la calle, ruin argumento que desde quién sabe cuándo lo había estado preparado para tirarlo en la cara. Yo también me alteré y mientras se bajaba de la panel le dije que propusiera soluciones factibles y no nada más sus caprichos.
Luego del disgusto continuamos hablando acerca de las posibles soluciones que teníamos pero seguía la innecesaria negatividad de algunos, mala vibra victimista que descartaba opciones sin plantear una sola. Para nuestra mala fortuna Mavi llegó contrariada porque los agentes le dijeron que sería una multa de 40 mil pesos, luego la bajaron a 30 mil pero de todas maneras era una fortuna para todos. A pesar de la discusión y los ánimos acalorados (literalmente) el escenario cada vez se ponía peor. Mavi pidió hablar con el encargado de la aduana para ver qué podíamos hacer. Nos pidieron que subiéramos a la panel y nos escoltaron en una patrulla pick up hasta las oficinas.
Ya estando ahí, mirábamos con envidia a los carros que cruzaban y seguían su camino. Pasó alrededor de una hora y media en el que Mavi manejaba tres teléfonos celulares a la vez para hablar con los organizadores de “Horas de junio”, con el dueño de la panel, he aquí otro problema porque ni siquiera estaba registrada bajo el nombre del dueño, y también con Ingrid Kuri, una abogada amiga de Mavi que vive en Hermosillo. Fue fatal ese tiempo, nos pidieron que bajáramos todo nuestro equipaje y cerráramos la panel. Mavi y yo pasamos a hablar con el encargado de la aduana para ver cuáles eran nuestras opciones y que buscara la manera de ayudarnos a continuar nuestro viaje, pero no se logró nada. Nos citaba de memoria los artículos y las fracciones de la ley aduanera que habíamos violado, mientras hablaba iban sumándose nuestras desgracias. Salimos de ahí y avisamos sobre la situación a los demás, era un hecho que continuaríamos el viaje sin la panel.
Luego de recurrir a soluciones juzgadas por “las buenas conciencias” como facilismos corruptos, proceder impune (porque no faltó quién sacara los conocidos) y también actitudes manguera de “tu no sabes quién soy yo”, finalmente las cosas no se hicieron como nosotros queríamos sino como estaba escrito, punto. Lo único que pudimos negociar, gracias a Claudia, fue que nos dieran raite al poblado más cercano. Todos con el ánimo decaído por este imprevisto, tomamos nuestras cosas y un pick de la aduana nos sacó de ese maldito lugar.
ALTAR: PUEBLO DEL NARCO
El agente aduanero primero no quería llevarnos hasta el pueblo de altar y ya luego supimos por qué. Es un pueblo que está apoderado por el narco, ahí hacen su negocio polleros y traficantes por el desierto. La patrulla nos dejó justo en la entrada y rápidamente dio la vuelta en U para largarse. A la sombra de una parada de autobús esperaríamos una panel que nos llevaría a nuestro destino.
Mientras estábamos ahí, un hombre de aspecto sospechoso se nos quedaba viendo. Traía el pantalón roto y estaba lleno de cicatrices en la cara, primero pensé que era un limpiavidrios, pero luego de que sacó su blackberry bien fino me percaté que más bien era un informante, miraba quién entraba y quién salía de Altar, enviaba mensajes, carros llegan con él y sigilosamente intercambiaban cosas. Las patrullas de la policía federal y municipal pasaban como si nada. Haciendo rondas para “matar” el tiempo.
Unos minutos después el chofer de la panel que iba por nosotros marcó a mi celular, ya estaba en Altar y su voz sonaba preocupada, me dijo que en cuanto llegara quería que subiéramos todo y nos fuéramos de ahí. Ya cuando todos y todo el equipaje estaba arriba de la nueva panel, un carro sedán negro llegó y se le interpuso. El chofer se bajó angustiado para hablar con el sujeto del carro. Luego subió y de mal carácter nos reclamó que por eso nos había dicho que subiéramos las cosas rápido “era uno de la mafia”. El sujeto del carro negro era un narco de tantos que vigilan la plaza. El desierto de Altar es un lugar conocido por donde los polleros atraviesan a migrantes en su camino a Estados Unidos. Cada persona que visita ese lugar puede ser un potencial migrante y por eso aquel tipo del carro negro había llegado a reclamar quiénes éramos y a dónde íbamos, no fuera ser que le estuvieran robando la “mercancía” de humanos. Salimos en chinga de ese lugar.
SANTA ANA: CAMINOS Y CONFLICTOS
Llegando a Santa Ana fuimos a la gasolinera y el chofer nos salió con la sorpresa que nos cobraría 1500 pesos por llevarnos a todos hasta Hermosillo. Fue un as bajo la manga que sacó en el momento menos oportuno y otra vez se acaloraron los ánimos. Mavi, Luna, Yohanna y Patricia se quedarían en Santa Ana a esperar que su amiga Ingrid Kuri llegara por ellas. El resto de nosotros debíamos buscar la manera de continuar. Mavi negoció con el chofer que bajara el precio a 1200 pesos pero éste último no quería. Hubo un momento que nos pidió enojado que bajáramos las cosas de una vez. Hubieron de pasar tensiones, caras de disgusto, reclamos, caprichos hasta que de nuevo otra vez fue necesario pensar prácticamente y poner en claro las opciones que teníamos. Para esto el chofer había accedido a que le diéramos 1200 pesos, eso ya era un avance.
Nuestras opciones eran 1) que nos bajaramos de la panel con nuestro equipaje y pagar un boleto de autobús que iba a salirnos más caro, aparte del taxi de la central hasta el hotel al llegar a Hermosillo; o 2) Pagar la cantidad que habíamos negociado y la panel nos llevaría directamente al hotel. Obviamente elegimos la segunda. Fue bastante incómodo llevar de chofer a una persona que se portó grosera con nosotros y con la que prácticamente nos habíamos peleado unos momentos antes. Luis Gastelum fue el único que aceptó irse de copiloto y al parecer platicaron de manera agradable.
HERMOSILLO: EL OASIS
Faltaba una hora y media para llegar a nuestro destino. Había una expresión de cansancio y fastidio en los semblantes de todos. La ciudad de Hermosillo se presentía en el horizonte. Los kilómetros pasaron rápido y sentimos alivio cuando por fin vimos la fachada del Hotel Quino donde nos hospedaríamos. Llegamos a eso de las 6:00PM. Las habitaciones ya estaban listas, eran grandes y cómodas, nos quedamos seis personas en cada una. Arrojamos el equipaje y nos tumbamos en la cama para descansar. Por fin habíamos llegado a nuestro oasis.
INAUGURACIÓN “HORAS DE JUNIO 2011”
Ya instalados en el hotel, el calor dejaba sentir su espesa presencia por la habitación. Nos refrescamos con un baño revitalizador que nos quitara las malas vibras y los tatuajes de tierra del camino. Luego salimos a buscar el lugar de la inauguración, se trataba de la Universidad de Sonora (UNISON) que estaba a unas 10 ó 12 cuadras del hotel. Esperando en el lobby a los demás, llegó David H. Rambo del D.F. todo alterado por el alcohol, diciéndome que lo habían echado del encuentro, que iba a haber guerra y no sé qué más. Me dio gusto verlo en persona de nuevo pero no entendí nada de lo que estaba pasando. En el transcurso de los días me enteré más o menos. Al parecer David le gritó a otro de los escritores invitados que ya había leído, implícitamente diciendo que se bajara del pódium en el auditorio, su frase de “ya leyó” se volvió un leit motiv de la carrilla en todo el encuentro.
Caminamos hasta la UNISON. Hacia calor pero la noche era fresca. Cuando llegamos al lugar de la inauguración ya había comenzado y el lugar estaba lleno de escritores y público asistente. El aire acondicionado del auditorio parecía un refrigerador, olores y sabores diversos levitaban en la atmósfera. Al frente estaba Rosina Conde, Jeff Durango, el rector de la UNISON, y por supuesto el escritor homenajeado José Agustín. Nos mantuvimos de pie durante toda la presentación. Aprovechaba para ver qué conocidos estaban ahí también. A lo lejos vi a Jorge Contreras de Hidalgo, Nidia Barajas, Alfonso García Cortéz, Mónica Morales Rocha, Hadia Farfán y Sharon Vázquez de Tijuana. También vi a Holga García, Daniel Charles Thomas de San Diego y otros conocidos que se me olvidan.
La inauguración fue rápida y sencilla. Me gustó que José Agustín hablara de sus comienzos como escritor, su primera novela La Tumba, el apoyo y crítica que siempre recibió de Juan José Arreola, Juan Rulfo y otros escritores mexicanos de su tiempo. Le agradeció a Jeff, al rector, a Rosina y a todo el público asistente al encuentro, al finalizar se escuchó un largo aplauso.
Una vez concluida la inauguración fui a saludar los conocidos y Néstor aprovechó para que José Agustín le autografiara una primera edición de La Tumba. Afuera del auditorio había una algarabía de gente. Alguien indicó que pasáramos a los camiones porque nos llevarían al centro (bar) cultural Los Jarritos para el convivió de la noche. Era la primera fiesta luego de nuestro intenso recorrido.
FIESTA EN LOS JARRITOS
El centro cultural Los Jarritos era un espacio amplio, mitad al aire libre y mitad cubierto por un techo de palma; había cabezas de venado en las paredes como uno de esos trofeos delirantes de cacería. También había música, venta de cerveza y nos darían de comer. Abrimos las primeras botellas y los viajeros de la fallida panel intransigente brindamos por haberlo logrado. La velada fue muy rica, reímos, platicamos y fuimos conociendo a otros invitados al encuentro. Esa noche tuve la oportunidad de conocer en persona a Jeff Durango, organizador del encuentro, me pareció de lo más buena onda con su semblante agradable y sus lentes oscuros como pequeños escudos de la mirada. Me dijo cuánto lamentaba lo que nos había ocurrido y le di las gracias por toda la ayuda. Brindamos con cerveza y me presentó a Fidelia Caballero, otra de las escritoras invitadas.
La música estuvo a cargo de un grupo de jazz muy bueno que estuvo amenizando la primera parte de la velada. Todos eran excelentes músicos. Sirvieron la comida y algunos se detenían para escucharlos con más atención. Los instrumentos musicales llenaban el espacio de ritmos bellos y azarosos. En un momento de la noche, Rosina Conde se subió al escenario con los músicos de jazz y con su divina voz interpretó un blues que nos dejó sorprendidos y maravillados a todos. Más tarde esa noche me dijeron que había sido su regreso triunfal luego de pasar por un periodo difícil para su salud. Su voz y la canción fue lo mejor de la noche.
BAR PLUMA BLANCA
A eso de la 12 AM, algunos se fueron al hotel y otros teníamos intenciones de seguirle con la fiesta. Afuera de Los Jarritos había una panel blanca (oh nostalgia) que nos llevaría al Pluma Blanca, bar legendario de Hermosillo del que ya me habían platicado algunas intensidades. Lo primero que nos tocó ver cuando llegamos fue una pelea de mujeres borrachas. Se insultaban y apenas se entendía lo que se decían por tanto alcohol entumeciendo su lengua. Mavi me dijo después que sintió un impulso de madreárselas a las dos pero Luna la detuvo.
Luego de ese incidente no querían dejar entrar a Lucressia por falta de identificación, logró escabullirse por una puerta trasera. En cuanto entré al lugar sentí una vibra bien densa de todas las personas que estaban ahí, la mayoría eran jóvenes, por lo avanzado de la hora el alcohol ya había surtido efecto en muchos y la mayoría hablaba gritando. Se percibía una atmósfera violenta en ese lugar, algunos pasaban empujándose y había conatos de bronca y miradas bravuconas. Otros solamente se divertían con su círculo de amigos. El lugar estaba bastante iluminado con las paredes sucias y grafittis, también había imágenes de caricaturas noventeras. En el techo del bar estaba escrito un pequeño poema que hablaba sobre los visitantes asiduos al bar. Nos tomamos varias caguamas y platicamos. La vibra del lugar en ningún momento bajó de intensidad, me pareció que ese lugar consumía mis energías pero era más bien el cansancio que se apoderaba de mi cuerpo. Me quedé pasmado de sentir la vibra del Pluma Blanca, inevitablemente me recordó al Zacaz, y aunque son bares muy diferentes, entendí la impresión que se llevan muchas personas cuando lo visitan por primera vez. Salimos y caminamos como diez cuadras hasta el hotel. Las lámparas en el cerro de la campana eran nuestro punto de referencia. Cuando llegamos al hotel nos sentamos afuera de la habitación con otros invitados al encuentro, había músicos y escritores, solo faltaba la fogata. Casi a las cuatro de la mañana nos metimos a dormir. Así terminó nuestra primera noche en Hermosillo.
LA MESA BORDER LINE EN HORAS DE JUNIO 2011
A la mañana siguiente nos levantamos temprano a desayunar y salimos a la lectura de Mavi en el auditoría de la UNISON. Debido a las complicaciones que tuvimos el día anterior no alcanzamos a llegar al Taller de poesía en voz alta que teníamos programado, pero para nuestra fortuna esa tarde teníamos programada una actividad. La mesa donde leería Mavi fue moderada por Alfonso García Cortéz (Ponchito), también estaba Mónica Morales Rocha, Hadia Farfán, Sharon Vázquez, Holga García, Claudia Islas y Luis Gastelum.
Fue muy grato escuchar a tod@s. De los poemas que más recuerdo fueron las exquisitos versos eróticos de Hadia, por supuesto la poesía intransigente de Mavi, y también el hermoso poema de Holga, dedicado a un teorema físico matemático. Su lectura fue al azar pasando de una hoja a otra sin perder la intensidad con la que leía, “Chao bella chao”.
Cuando concluyó la lectura de la mesa fronteriza salimos de ese lugar en busca de algo de comer y nos dirigimos a la zona comercial a ver qué había. Mavi nos recomendó visitar el Bar La Gandarita y justo cuando íbamos llegando al lugar, el calor se dejó sentir más fuerte y los goterones de sudor comenzaron. Entramos y pedimos unos tarros de cerveza bien helados. Ahí nos dieron de comer un riquísimo caldo de pescado que cayó de perlas para el hambre. Estuvimos platicando con algunos lugareños del bar y descansando. Lucressia se paró a ofrecer los cuadritos que pinta y algunos de nosotros nos preparamos para ir a hacer una intransigencia al mercado municipal. Entonados y contentos, nos aventuramos al calorón de afuera y fuimos al kiosco afuera del mercado municipal.
INTERVENCIÓN POÉTICA EN EL MERCADO MUNICIPAL DE HERMOSILLO
Salimos Daril, Beto, Cesar y yo, el mercado estaba a una cuadra de La Gandarita, cuando llegamos había una bola de gente prestándole atención a una vendedora que manoteaba y ofrecía sus productos. Con megáfono en mano, nos acercamos a una jardinera, alrededor había señores viejos disfrutando la sombra. Me subí a la jardinera, dije de dónde veníamos y comenzamos a leer, primero yo, luego Daril y Beto. Cesar Alcaráz nos grababa con su celular y grabó los comentarios positivos de los señores que nos escucharon con atención. Se junto poca gente alrededor de nosotros y les contamos de dónde éramos y lo que hacíamos. Leímos dos rondas y luego entramos al interior del mercado.
Beto entró leyendo a todo pulmón con el megáfono. El eco resonaba en las paredes del mercado y comenzó la rechifla de los vendedores. Caminábamos por el pasillo principal y unos carniceros molestos agitaban sus cuchillos y nos gritaban que nos calláramos. Había puestos de comida, venta de verduras, mariscos, yerbas, etc. El olor a sangre y carne era penetrante. La rechifla cesó y seguimos caminando y leyendo por los tres pasillos principales del mercado. Cesar continuó grabando mientras rolábamos el megáfono. Había gente que nos seguía con la vista y los comerciantes nos miraban con extrañeza mientras acomodan los trozos de carne cruda y otras mercancías y productos exóticos. En el lugar se percibía una estela de energía intensa. Dimos fin a la intervención y afuera platicamos de las reacciones de la gente cuando entramos leyendo. Les dije que era muy válido que se metieran con nosotros, ya que si entrábamos gritando poemas a su espacio de trabajo, ellos tenían el mismo derecho de increparnos. Quedamos contentos por la experiencia. El calor aumentaba y regresamos a La Gandarita, eran las tres de la tarde ya, pronto iríamos a las presentaciones del encuentro. Fluimos un rato en el bar y luego regresamos al hotel a bañarnos en la alberca.
ACTIVIDADES POR LA TARDE
Una vez en el hotel, ya bien bañados y toda la cosa. Improvisamos un pequeño taller cartonero para hacer ejemplares de Kodama y la revista Intransigente. Unos doblaban, otros engrapaban y Lucressia pintaba. En menos de una hora terminamos y ya había material para vender. Desde ese día habíamos estado pensando en soluciones que generaran dinero para nuestro regreso y la venta de ejemplares era una opción. Cuando llegamos a la UNISON dejamos Kodamas y revistas en una mesa de proyectos editoriales, estuvimos fluyendo y platicando con otro escritores, Mauricio Jiménez, Jorge Contreras, Holga García, Ponchito, Jeff Durango, Daniel Charles, Pina Saucedo, Carlos Martínez Rentería de la revista Generación, por supuesto la querida Nidia Barajas y varios más. En la puerta habían puesto un bote para que la gente cooperara para nuestro regreso. Ya se estaba haciendo la vaquita para ayudarnos.
Después de las lecturas proyectaron un documental sobre la realización de Horas de Junio y al finalizar ya era de noche y unos chicos hicieron un número de danza tribal con fuego, fue hipnotizante. Bailaban y hacían malabares con cadenas y palos encendidos, a pesar de que estaban lejos se alcanzaba a percibir el calor de las llamas, calor en el calor. Luego de esa actividad nos subimos a los camiones para que nos llevaran otra vez a Los Jarritos, esa noche haríamos una presentación del Colectivo.
COLECTIVO INTRANSIGENTE EN EL CENTRO CULTURAL LOS JARRITOS
Llegamos animados y listos para otra noche loca en Los Jarritos. El ambiente se miraba bien, la noche era calurosa y disfrutable. Bebíamos cerveza, platicábamos e hicimos un pequeño programa para nuestra presentación. La idea era hacer una lectura que fusionara poesía y música, en los instrumentos nos acompañarían Luna Mondragón, Cesar Alcaráz y Nidia Barajas.
EL RAP
Antes de nosotros se presentó un chico rapero cachetón y con pelo de honguito como de unos 17 ó 18 años, inició su presentación con la canción titulada “Desgarramiento anal”. Hacía buenas rimas, bailaba moviéndose de un lado para otro en el escenario. Ese chico me cayó bien porque desde una noche antes sin conocer a nadie del colectivo se sentó en nuestra mesa y estuvo cotorreando. También me gustó ver cómo él era el único que estaba bailando al frente de todas las mesas mientras tocaba la banda de jazz. No le importó nada, estaba fluyendo y sentí gusto de ver su impulso de libertad.
Luego de él siguió otro chico más grande, se miraba treintón, era alto y de barba cerrada con indumentaria tipo rastafari, él también se puso a hacer algo parecido al rap con unos beats de fondo que sonaban mejor que todo lo que decía. Desde que comenzó fue notorio que algo no andaba bien. Se escuchaban los comentarios negativos y las caras de fastidio del público. Había otros que lo tomaban a la ligera y se divertían con todo lo que estaba diciendo “babylon, babylon, sonido natural”, “mis rimas que despiertan conciencias, libertad” y otros clichés del discurso rastafariano. A la mitad de su presentación, se le unió el chico fluyente que también estaba rapeando, hicieron un duo extraño. Se aventaron como 40 minutos así. Aunque no me gustó la presentación tampoco me puse a proferir insultos como los que escuchaba. Ya para finalizar, un escritor mayor de cabello canoso y cola de caballo se les acercó para decirles que era suficiente. El señor canoso no tenía nada que ver con la organización pero al parecer ya no pudo más y les dijo que concluyeran. “Tolerancia musical” dijo el chico rastafari.
BANDA DE JAZZ Y CHICA DESNUDA
Después del rap continuó una banda de jazz en la que participaba un conocido de Ensenada. Su presentación fue amena y entre canción y canción, una mujer leía poemas cortos muy bellos. Al mismo tiempo que los escuchábamos, una chica desnuda se subió a una mesa, estaba totalmente pintada del cuerpo, con los pechos descubiertos. Era una estatua humana que se reía de nerviosismo pero se notaba tranquila con su desnudez. Rápidamente se abalanzaron a tomarle fotos varios de los escritores y escritoras que estaban ahí. Había miradas llenas de lascivia que nada más se relamían los labios, otros que discretamente le tomaban fotos por el ángulo de la retaguardia que más les gustaba. La chica estuvo ahí como unos 20 minutos y luego bajó de la mesa. Me agradó su presencia desafiando el tabú de la desnudez.
“TU CUERPO ES MI PALABRA, TU CANCIÓN ES MI CUERPO”
Finalmente llegó el turno de nuestra presentación. El título de nuestra actividad era sugerente y aunque teníamos una idea de lo que queríamos hacer, no sabíamos del todo con precisión, dejamos que fluyera. Para empezar, Luna Mondragón interpretó unas canciones de su autoría acompañada en las percusiones por Cesar Alcaráz. Después continuamos Mavi, Daril, Alberto, Lucressia y yo con lecturas individuales acompañadas de música. Se escuchaba muy bien a pesar de la que la poesía y la música son lenguajes muy diferentes. El fondo musical iba tejiéndose al ritmo de los poemas y el propio poema se adecuaba al ritmo de los instrumentos. Cuando terminó cada quien de leer, siguió una lectura colectiva. El plan aquí era seleccionar un poema de nosotros para leerlo todos al mismo tiempo. Nidia Barajas se nos unió en la guitarra y hacía juegos melódicos con su voz, leíamos en coro acomodados en media luna. La música y la poesía llenaban la atmósfera a pesar del bullicio fiestero. Ya para finalizar nuestra lectura, Lucressia fue la última en leer su poema y luego se puso a improvisar. Gradualmente nos fuimos uniendo todos hasta que hicimos un escándalo improvisando palabras, aullidos, gemidos y gritos, todas las voces unidas en la sola voz de caos. Se sintió un culmine en la presentación y la dimos por concluida, a un lado del escenario nos abrazamos y tomamos fotos. Stefanie y Néstor hicieron el registro fotográfico/audiovisual de nuestra presentación. Luego de nosotros siguió Nidia Barajas, a quien ovacionaron con aplausos y porras. Su hermosa voz fue llenando el espacio “pásame otra vez esas caricias”. Durante alrededor de una hora el escenario fue invadido por las expresiones artísticas de Tijuana. Todas las actividades fluyeron esa noche, y no se diga el after party hasta las 4 de la mañana haciendo escándalo en el hotel.
FIESTA DE CANTARES Y JARANAS EN EL CAMIÓN
Al día siguiente salimos temprano rumbo a San Carlos, aproximadamente hora y media de camino. En el camión donde me tocó ir iba Paco Luna junto con otros jaraneros dándole bien y bonito a las canciones. La parte de atrás del camión era una fiesta, humo, cerveza y tequila por doquier. Los camiones se pararon varias veces para que la gente se bajara a comprar más alcohol y fuera al baño. En ese recorrido recibimos la noticia de que los militares habían agarrado a Hank Rhon en Tijuana. Nadie creyó que le fueran a hacer algo, y dicho y hecho, así fue.
De nuevo arriba del camión Paco Luna ponía “orden” con su voz aguardientosa, cantaban corridos viejos y luego pasaban a canciones de Manu Chao o los Fabulosos Cadillacs. Saqué el pandero, una maraca y el kalimba (el instrumento, no el violador) para que fluyeran entre los cantantes. A pesar de que me estaba divirtiendo, no platiqué con nadie en todo el camino, me limitaba a observar y reír. Tres horas después llegamos a San Carlos, el camión se quedó atascado y caminamos hasta la playa donde ya nos esperaba la sombra y la cerveza. Cuando vi a Mavi me dijo que iría por Estela Mendoza, otra de las intransigentes que había llegado por sus propios medios a San Carlos pero estaba perdida. Ella también sufrió grandes dificultades para llegar pero lo logró.
DICHA Y PLACIDEZ EN LA PLAYA DE SAN CARLOS
Nos instalamos en una mesa, fuimos por cerveza y comenzamos a fluir otra vez. Las mesas de lectura me gustaron bastante, la tarde era calurosa y corría el viento refrescando la piel. El ambiente era propicio para sentarte a escuchar, aunque otros preferían continuar con sus pláticas. Bebimos más cerveza, el calor lo ameritaba. Este día me puse una buena borrachera pero sin basurearme ni nada. Andaba caminando y tomando agua para nivelar el alcohol. Comí ceviche y cahuamanta para bajar avión, me supo delicioso todo.
Platicaba con los amigos y conocidos del encuentro. Néstor leyó un fragmento de su cuento El negro cósmico en una mesa de narrativa junto a Mauricio Bares y otros dos escritores. Miraba las caras de otros amigos escritores y ya se miraban configuradas por la cerveza, a algunos les estaba saliendo el Dr. Jekill. Vi a José Agustín literalmente caminando y miando hacia un lugar que estaba apartado de la carpa principal. Vi a David H. Rambo levantando sus brazos al cielo y tomando un baño místico de sol, luego tumbó por accidente a una escritora. Vi a Jorge Contreras leyendo poesía con la mitad de un manikí arriba de la mesa, el trozo de maniquí nada más estaba de la cintura para abajo. Vi a Carlos Martínez Rentería asoleándose en speedo y luego manoseando el mismo maniquí. Vi a Paco Luna nadando solo de un lado para otro en la playita de San Carlos. Vi a Jeff Durango con su sonrisa disfrutando el encuentro, en fin. Era evidente que la mayoría se la estaba pasando bien. La pura dicha playera en San Carlos.
AGUA MALA GOLDEN SHOWER
Conforme la tarde avanzaba más rica se ponía. Me quité la ropa para meterme al mar, justo antes de internarme en el agua me había cruzado por la cabeza los riesgos de los animalejos marinos que abundan por esa región pero no me importó. El agua estaba rica y me fui adentrando hacia donde estaban Lucressia, Estela, Stefanie, Luis y no se quién más. Ahí estaba deleitosamente flotando alcoholizado en el agua, admirando el paisaje, el cerro Tetakawi, sintiendo la calidez envolvente del agua, hasta que sentí un ardor en mi espalda. Alcancé a ver que era una especie de alga que traía pegada a la piel, Luis me dijo que era un agua mala y voltee a ver ese asqueroso ser azulado flotando por ahí. Salí del agua como si nada, me ardía pero no era para tanto, luego de un rato me recomendaron el remedio de los orines, le pedí a Mavi que hiciera los honores. Ella llenó un vasito y me dijo “ponte como si fueras a hacer lagartijas” y fue vertiendo su agua corporal en mi espalda, cuello y brazos. Unos minutos más tarde ya se me había quitado. Lamentablemente mi primer Golden Shower se había dado en esta penosa circunstancia.
ÚLTIMA LECTURA INTRANSIGENTE DEL ENCUENTRO
Ya bien comidos, bien bebidos y bien picados (en mi caso). Nos llamaron para la última presentación del Colectivo en el encuentro. Al frente pasamos Mavi, Daril, Lucressia, Alberto, Mavi, Estela y yo. Estela, al igual que nosotros, había enfrentado gran cantidad de peripecias para acompañarnos en la última lectura. Leímos tranquilos nuestros últimos poemas de Horas de Junio 2011. Estuve de pie durante nuestra presentación y abracé a Mavi. Me sentía feliz de estar ahí con todos y haber conseguido salir adelante a pesar de todos los imprevistos y problemas. Un poco después se nos unió de último momento Luis Gastelum y luego de una ronda de lectura concluimos nuestra participación.
ROSINA
Antes de movernos compartimos con los asistentes nuestra situación económica y anunciamos que venderíamos ejemplares de Kodama y revistas intransigentes para quien quisiera comprar. La primera en acercarse fue Rosina Conde, quien nos compró un ejemplar de Kodama y pidió que lo firmáramos todos. Ella nos dio un poco más de dinero y nos aconsejó que fuéramos a las mesas para vender ejemplares. Así lo hicimos y se vendieron casi 1000 pesos que caían de perlas para planear nuestro regreso.
Rosina en todo momento se portó muy amable con nosotros y nos ayudó en lo que pudo. Estoy seguro que tanto yo como los otros del colectivo que tuvimos el gusto de conocerla nos llevamos un hermoso recuerdo de ella. A la mañana siguiente, la mayoría de nosotros estábamos en el comedor del hotel y viendo nuestras caras afligidas porque no completábamos para nuestro regreso, ella se paró a la mitad del comedor y pidió a los escritores que estaban ahí que cooperaran con lo que pudieran para ayudar en nuestro transporte, ahí se juntó otra cantidad que nos sirvió de mucho. Este gesto de nobleza por parte de ella lo recordaremos y estaremos agradecidos por siempre.
CLAUSURA HORAS DE JUNIO 2011
Luego de la lectura intransigente, siguieron las últimas mesas de presentación en San Carlos y finalmente las palabras de agradecimiento y despedida de parte de los organizadores para todos los asistentes a la edición 2011 de Horas de Junio. Fue una tarde maravillosa en la playa y qué mejor manera de clausurar el evento. Me sentía contento y satisfecho de haber participado por primera vez, con el propósito fijo de regresar el próximo año. En mi cabeza agradecía todos los momentos tanto malos como buenos y sonreía despidiéndome de los nuevos conocidos. Habían sido días exquisitos que disfrutamos en Hermosillo y no había cabida para las preocupaciones en ese momento. Tiempo de dicha y placidez por esas tierras sonorenses que se queda como un jardín en la memoria para toda la vida.
PENIS Y CENTAVOS
La mañana siguiente hubo otro maltrip porque hubo quien consideró prudente asumir el papel de inquisidoras económicas. A pesar de las difíciles circunstancias y la incertidumbre de nuestro regreso, insistieron en hacer cuentas del dinero que le habían dado a Mavi, creyendo que las habían chamaqueado y/o extorsionado.
Ellas no sabían pero una noche antes hablamos en el cuarto sobre esto de una manera totalmente diferente. Yo sabía desde antes que algunos de los que viajaban no dieron la cuota fijada, por mi no había problema, creo que la mayoría no tuvo problemas con esto, el viaje era del colectivo y la consigna era ayudarnos los unos a los otros, en las buenas y en las malas. Pero no fue así, cuando se presentaron los conflictos cada quien sacó el carácter con que los soluciona. Hubo enojos, insidia, dimes y diretes vacuos por un problema igualmente vacuo, el dinero. El capricho fundamentalmente era por penis y centavos, no se tomaba en cuenta que la mayoría ahorramos en hospedaje, comidas, bebidas, transporte, etc. Yohanna exigía que se le devolvieran 250 pesos. Claudia escribía en una libreta las cuentas y Mavi recordaba todos los gastos. Yo contaba el dinero que juntamos con la venta de kodamas y el apoyo de lo escritores. Los demás guardaban silencio y hacían intervenciones esporádicas para tomar las cosas de una manera más ligera. Se distribuyó el dinero por fin, a final de cuentas se había logrado el propósito de ayudarnos unos a los otros, la mala vibra era innecesaria. Luego de ese mal rato en el patio del hotel, algunos tomaron su propio camino.
14 HORAS DE REGRESO HASTA TIJUANA
Una chica de la organización del encuentro nos llevó a Beto, Estela, Cesar y a mí a la central de autobuses de Hermosillo. Otros se quedaron y saldrían después. No sabíamos cuánto costaría el camión, tampoco si íbamos a alcanzar con lo poco que juntamos. Fui a ver las tarifas y cuando regresé el Beto (in)fluyente ya estaba adentro de una oficina hablando con alguien. Logró que nos dieran un descuento mejor que el de estudiante. Había fluido todo otra vez, sólo faltaban muchas horas de enfado hasta llegar a Tijuana. Pasaron kilómetros y kilómetros, cinco retenes militares, varias paradas a las terminales y diversas películas pirata, antes de llegar en una madrugada lluviosa a Tijuana.
CODA
Días después de nuestro regreso, nos enteramos que quien se había peleado por dinero hubo de pagar casi el doble de lo que nosotros pagamos por el boleto de autobús. Así es el efecto del boomerang de la vida.
Nunca había leído esto. Gracias, mi Jhonnatan, por el texto y por el tiempo compartido.
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